Historias del más acá
Carlos Puig
Golpeados, asesinados, despensas, acarreos, grabaciones ilegales. De todo hubo. La pregunta, con temor, que debería hacerse es si la campaña en Guerrero es pasado o probadita del futuro. Si el tono, los métodos y las decisiones de todos los actores se repetirán de hoy al 2012. Por ejemplo si el PRI va a regresar aunque sea con otros colores, como sucederá en ese estado.
Campañas de lodo. Enero de 2011. Foto: Oswaldo Ramírez
No sólo por la tradición política en la que se formaron los dos candidatos a gobernar Guerrero, sus historias y trayectorias, sino por los acontecimientos de las últimas semanas en el estado, la de mañana es una elección que huele a viejo. Tiene aroma de tiempos que desde el centralismo mexicano muchos creemos idos para siempre, pero que cada vez que nos asomamos a ciertas regiones del país descubrimos vivitos y coleando.
Golpeados y asesinados, de lo que los contendientes se acusan con desparpajo uno al otro; despensas del DIF, ofrecimientos de dulces, apoyos, acarreos, grabaciones ilegales, hasta el gran acto final: la utilización de un expediente judicial para insinuar relación con el narcotráfico. De todo ha habido.
Paréntesis que es un párrafo: ¿éstas son las campañas sin calumnias y difamaciones, más civilizadas de la nueva ley electoral, éstas son las campañas sin propaganda denigratoria? ¡Felicidades!
La pregunta, con temor, que habría que hacerse es si la campaña de Guerrero es pasado o probadita del futuro. Si el tono, los métodos y las decisiones de todos los actores se repetirán de hoy al 2012.
La pregunta, con temor, que habría que hacerse es si la campaña de Guerrero es pasado o probadita del futuro. Si el tono, los métodos y las decisiones de todos los actores se repetirán de hoy al 2012.
Por ejemplo, si el PRI va a regresar en 2012, aunque sea con otros colores, como sucederá en Guerrero.
O si el PAN ha encontrado una estrategia de alianza sin alianza para el Estado de México —donde le falta candidato—.
O si el PRD está dispuesto a todo con tal de mantener o lograr gubernaturas que le reditúen recursos y poder para mantener su carísima e ineficiente estructura burocrática.
O si la nueva ley electoral que, entre otras cosas, pretendía evitar parte de lo que ha sucedido en Guerrero, debe ser revisada.
Y, por último, si la lucha contra el narcotráfico, la violencia de los criminales, los miles y miles de muertos serán carne de cañón en la guerra por el poder.
En tal tono ha terminado la campaña de la primera elección de 2010, que no veo cómo los priistas se sentarán con los panistas y perredistas del Congreso a negociar y aprobar ninguna reforma, de esas que ellos mismos llaman urgentes.
Guerra de lodo.
Y lo que falta.
Raza y política
Apenas ayer, en el CIDE se presentó un estudio que a partir de una amplia encuesta de valores políticos toca un tema casi tabú entre la academia y la política mexicana que seguramente merecerá más debate, pero que aprovecho para adelantar. Se llama “Las tonalidades de los desafíos a la democracia: El color de piel e identidad racial en México”. La autora es Rosario Aguilar, del CIDE.
El sumario del estudio dice: “En este ensayo se analizan y prueban varias hipótesis sobre el conflicto social en México. La encuesta LAPOP 2010 incluye dos mediciones fenotípicas: se le pregunta al encuestado con qué grupo se identifica (blanco, mestizo o indígena) y el encuestador evalúa el color de piel del encuestado con base en una escala de colores. Basados en esas mediciones se investiga si la apariencia e identificación de los encuestados importan en su comportamiento político. Los resultados muestran que, mientras las personas de tez más oscura se sienten más orgullosas de ser mexicanos que los de tez más clara, los primeros tienen menos confianza en el sistema político. Las personas de tez oscura reportan haber sufrido actos de discriminación en su contra, no se sienten representados por las élites en el gobierno y apoyan actos ilegales de protesta contra el gobierno (toma de calles, propiedad privada, actos violentos para derrocar al gobierno). Mientras tanto las personas que se identifican como blancos y las que se identifican como mestizos están orgullosos del sistema político mexicano y no apoyan actos ilegales de protesta en comparación con las personas que se identifican como indígenas.
“La doctora Aguilar ha encontrado que los mexicanos prefieren votar de una manera significativa por un candidato de apariencia más Europea cuando se le compara con un candidato de apariencia mestiza o indígena.
“En el caso de los mexicoamericanos, éstos rechazan al candidato mexicoamericano de apariencia Europea al no identificarse con él. Estos resultados muestran que la apariencia racial (fenotípica) de los políticos importa al momento de evaluarlos para una elección, pero el efecto de la apariencia es mediado por el contexto social y político en el que los electores se encuentran. La doctora Aguilar ha encontrado también que la apariencia racial de un individuo en México es suficiente para que se le identifique como miembro de una clase social, lo que demuestra una interrelación entre clasismo y racismo en la sociedad”.
A reserva de leer con calma el estudio, hay algo en lo que la doctora Aguilar dice que en el fondo sabemos, pero que por años no nos hemos puesto con energía en el debate público, por miedo a qué descubriríamos de nosotros mismos.
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