Rosario Robles
Ilustración: Luis Miguel Morales
De pronóstico reservado. Así se presenta el panorama para la elección que habrá de llevarse a cabo en Guerrero. Enorme desafío para el PRD que ahora gobierna (sobre todo si como las encuestas lo indican pierde Baja California Sur en los próximos días). En gran medida su viabilidad futura se juega en esta entidad. En primer lugar, porque hace casi seis años su candidato se alzó con un triunfo contundente (la diferencia fue de doce puntos) abriéndole con ello paso a la alternancia. En segundo, porque la actual dirigencia ha echado mano de todo para ganar este domingo sin importar principios y causas. Tuvo que pedirle un candidato prestado al priismo, y en el tramo final sumar el raquítico panismo de la entidad a cambio de una posición en el gabinete (en el argot popular se dice hueso). El perredismo no supo, no pudo, no quiso aprovechar la enorme puerta que se abrió con su llegada al gobierno en un estado en que su vigencia se pavimentó con la sangre de muchos luchadores por la democracia. Al gobernador actual siempre lo consideró ajeno y sus logros, sembrados contra viento y marea en muchas comunidades, fueron sistemáticamente escamoteados. Por ello, de perder el revés será para el PRD. Por la sencilla razón de que, a la izquierda, le sería arrancado uno de sus bastiones más emblemáticos. De esos que son de prosapia. El perredismo guerrerense es histórico (increíble que no haya habido un candidato o candidata surgido de sus filas) y se esperaba que al ganar en la entidad sentaría sus reales. Sobre todo, porque lejos de lo que se argumenta por algunos detractores, el gobierno de Zeferino Torreblanca puso en marcha políticas públicas y programas tendientes a modificar la condición de desigualdad y pobreza de la mayoría de su población. En este sexenio, se alcanzaron cifras récord en rubros fundamentales como la infraestructura carretera, agua potable, salud y educación. Poco se sabe, por ejemplo, que se ejerció el mayor presupuesto en obra pública en la historia de la entidad. Se hizo además con honradez y austeridad republicana. Tampoco que las políticas a favor de la equidad de género lo distinguieron. Se fortalecieron las instituciones públicas porque la lógica de la de la entrega de dinero (que las dinamita) es imposible de instrumentar en un estado que depende prácticamente de la federación y que tiene muy pocos recursos propios (tomando esto en cuenta pareciera demagógica la propuesta de que se pondrán en marcha programas como los del DF cuando no hay recursos para sustentar su carácter universal). Pero en lugar de reconocer y reconocerse en su gobierno, la dirigencia del sol azteca le apostó a jugar a la oposición. Hoy está pagando muy caras las consecuencias. Porque aunque gane, no lo hará en realidad. Pero si se pierde la elección, remontar su actual debilidad será muy improbable desde la perspectiva partidaria (los rieles de López Obrador corren aparte).
Pero más allá de lo que suceda este domingo, el problema central está en que los partidos políticos, en lugar de propiciar un clima de paz y de debate de ideas, le apostaron al encono y la violencia. Lo que hoy sucede en Guerrero es extremadamente grave. Sus habitantes (que se cuentan entre los más pobres del país) parecen no importar. Lo que ha prevalecido es el interés de dos candidatos que, sin medir las consecuencias, han manchado de lodo y sangre la elección, atizando con ello la situación de violencia que prevalece en el estado. En pocas palabras, le echaron más leña al fuego. Las instituciones encargadas de procurar justicia, una vez más, han sido utilizadas para golpear al adversario, abonando con ello a su desprestigio y desgaste. Guerrero hoy sirve para decir que ése no puede ser el camino. Que los partidos, candidatos y gobiernos, están obligados a hacer un alto. A levantar la mira y competir de una manera distinta, porque lo otro es muy peligroso para el país. Que a nadie conviene. De no hacerlo, que no se asombren después de estar cosechando tempestades por andar sembrando vientos.
Ser… o neceser
Se nos fue Samuel Ruiz. El obispo de los pobres. El humanista libertario. Lo acompañaron en el adiós aquellos a los que siempre protegió. Los del rostro del color de la tierra. No estuvieron los que lo denostaron, los mismos que sin empacho alguno protegieron al pederasta Maciel.
Ser… o neceser
Se nos fue Samuel Ruiz. El obispo de los pobres. El humanista libertario. Lo acompañaron en el adiós aquellos a los que siempre protegió. Los del rostro del color de la tierra. No estuvieron los que lo denostaron, los mismos que sin empacho alguno protegieron al pederasta Maciel.
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