martes, 20 de diciembre de 2011

Adiós al Havel amante del rock y la contracultura...

El poder de un hombre sin poder


El dramaturgo checo lideró, sin buscar protagonismos, la caída del comunismo en su país a fines de la década de los 80


Martes 20 de diciembre de 2011
Jan Lopatka y Michael Winfrey • Reuters | El Universal




PRAGA.— Vaclav Havel nunca dejó de luchar por lo que creía que era correcto, una actitud que ayudó a echar abajo al comunismo y lo convirtió en un símbolo internacional de libertad.

Hijo de un acaudalado constructor y humilde trabajador en una cervecería tras negársele una mayor educación, las obras de Havel lo llevaron a pasar cinco años en prisiones comunistas, donde el fumador compulsivo y escritor cayó enfermo con problemas pulmonares crónicos que finalmente contribuyeron a su deceso, el domingo pasado, a los 75 años. Un dramaturgo cuya obra fue prohibida tras la invasión comunista de 1968 de la entonces Checoslovaquia, pasó de ser un prisionero político a un presidente-filósofo que siguió luchando por los derechos humanos hasta el fin de su vida.

Sus amigos dicen que siempre se mostró como un hombre humilde y educado que no se acobardaba ante la amenaza de prisión. “Incluso un acto puramente moral que no tiene esperanzas (de causar) un efecto político inmediato y visible puede gradual e indirectamente, en el tiempo, ganar en significado político”, escribió en una carta al presidente checoslovaco Alexander Dubcek en 1968. Encarcelado en la década de 1970 por criticar el historial de derechos humanos del gobierno y otras dos veces posteriormente, finalmente encabezó a 300 mil manifestantes en la Revolución de Terciopelo en 1989 que derribó el comunismo. Con una deseada mayor educación, que le fue negada por los comunistas debido a su origen burgués, Havel completó sus estudios en clases nocturnas después de abandonar la escuela a los 15 años. Comenzó a escribir crítica literaria en 1955. Su primera obra debutó en 1963 y se casó con su primera esposa, Olga, un año después. Conocido como un partidario de la libertad, tras la invasión soviética fue despedido de un teatro donde trabajaba, se convirtió en disidente y pasó a organizar a los que no apoyaban al régimen.

Fase de escritor

En quizás su obra más famosa, el ensayo Poder a los sin poder, Havel explicó por qué. “No te conviertes en ‘disidente’ sólo porque decides un día adoptar esta carrera tan inusual. Eres llevado a esto por tu sentido personal de responsabilidad, combinado con un complejo conjunto de circunstancias externas”, escribió en 1978.

“Eres sacado de las estructuras existentes y colocado en una posición de conflicto con ellas. Comienza como un intento de hacer bien tu trabajo y termina contigo siendo catalogado como enemigo de la sociedad”, añadió.

Los contemporáneos de Havel dijeron que jugó un gran rol en el periódico clandestino tvar, que desató el movimiento disidente en la década de 1960, pero no sólo por su destreza literaria. “Era el único entre nosotros que tenía un auto, lo que obviamente ayudó mucho”, dijo su compañero disidente Bohumil Dolezal. En 1976, hubo una represión contra el grupo de rock The Plastic People. Eso gatilló el movimiento Carta 77, que criticó al gobierno por no respetar los derechos humanos. La esposa de Havel, Olga, comenzó a organizar reuniones los fines de semana en su casa al norte de Praga, donde bandas tocaban en el granero y la policía estableció un punto de observación en un terreno adyacente.

Según Dolezal, él y Havel siguieron caminos distintos en 1968 debido a un opiniones divergentes, pero se reunieron de nuevo en octubre de 1988, cuando ambos fueron arrestados y detenidos por cuatro días. “Ahí estábamos”, recordó Dolezal. “Todo lo nuestro confiscado, incluyendo cordones de los zapatos, de modo que no cometiéramos suicidio, y hablamos de política, lo que de otro modo probablemente no habríamos tenido la oportunidad de hacer”, añadió. Su amiga y también miembro de Carta 77 Petruska Sustrova recordó cómo Havel usualmente tenía la palabra final sobre lo que publicaban, pero se negaba a reconocer su propia influencia.

No quería ser presidente

Esa naturaleza sencilla se notó cuando se volvió claro que sería presidente. “El no quería ser presidente”, aseguró Sustrova. “Idealmente, quería sentarse en un bar y reconciliar rencillas. No era muy dado a entrar en política, pensaba que lo separaría del mundo normal”, agregó. Havel llevó su amor por la música y la contracultura directo al Castillo de Praga, la Casa de Gobierno. Como lo encontraba demasiado grande como para recorrerlo a pie, usaba un scooter para desplazarse por sus pasillos e invitó al roquero Frank Zappa a ser asesor cultura en 1990.

Posteriormente, hizo las gestiones para que The Plastic People tocaran con su amigo Lou Reed en la Casa Blanca frente a Bill Clinton, a quien previamente había convencido para que tocara el saxófono en un club de jazz en la Praga postcomunista. Invitó a los Rolling Stones al Castillo de Praga y más tarde a tocar en un parque de la ciudad. Nadie tenía dinero para pagarles, pero por Havel tocaron gratis e hicieron un show que muchos checos aún recuerdan como la confirmación definitiva de que el comunismo se había terminado.

También era cercano al Dalai Lama, quien lo visitó este mes y juntos firmaron una declaración en apoyo a los disidentes de China, Corea del Norte, Siria y otros países.

Después de 1990 ganó fama en el extranjero, pero chocó en reiteradas oportunidades con su principal rival, Vaclav Klaus, un economista de derecha a cuyo gobierno Havel criticó por llevar a cabo una transición económica con abundantes negocios sucios y corrupción. Cuando el gobierno de Klaus fue obligado a dimitir en 1997 por un escándalo de financiamiento del partido, Havel se lamentó de la ausencia de la “sociedad civil ” democrática buscada por muchos disidentes.

Havel se retiró mayormente de la vida pública después de que Klaus lo sucedió en 2003, pero publicó una nueva obra, Saliendo, que obtuvo excelentes críticas en casa cuando fue lanzada en 2008 y posteriormente fue convertida en película.

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