WINSTON MANRIQUIE SABOGAL 23/12/2011
El viaje de Tocqueville a Estados Unidos inspira la novela del escritor australiano más importante y ganador del Booker. Ironía y humor sobre los orígenes de la democracia moderna para comprender el presente
En el número cuatrocientos y algo de una de las calles más jacarandosas de Nueva York y más famosas del mundo, Broadway, vive el escritor australiano Peter Carey (Victoria, 1943). Es un apartamento amplio, de decoración sobria y elegante, techos altos y con tanta luz natural y aire por todos lados como si fuera la mismísima Australia. Allí Carey es como sus libros, pura reflexión trenzada de presente y pasado, y crítica e ironía esparcida de humor.
Peregrinaje por el encuentro de dos mundos
"El tema de la identidad y Australia está en mis primeros libros, sobrn otra mujer que es de Inglaterra y es editora. Amo Manhattan, pero me asusta Estados Unidos. Amo Manhattan más y más y más porque está llena de personas que pertenecen por lo menos a dos países y nosotros tratamos de vivir juntos muy bien. Me gusta la energía de esta ciudad y porque siempre encuentras una compasión inesperada".
Está sentado en la cabecera de la mesa del comedor de madera, de espaldas a los tres ventanales que dan a la calle, en un contraluz que casi lo convierte en una silueta ayudado por su vestuario negro. Sus palabras siguen rastreando su relación triangular Australia-Reino Unido-Estados Unidos, para luego adentrarse en los meandros y bifurcaciones de la identidad latente en sus libros. Piensa. Duda.
"Después de todo ese tiempo, mi relación con mi país es básicamente con las personas cercanas. Pero hay una cosa... en el momento en que llego a Australia empiezo a pensar diferente, movela, a la manera de Dickens:
"Mi vida es una serie de accidentes. Empezó en mi concepción. En los años sesenta viví en Londres. Con el tiempo vine a Manhattan porque la mujer con la que me casé quería vivir en Nueva York, y pensé que sería interesante. Aquí estoy 20 años después, con dos hijos norteamericanos y casado con otra mujer que es de Inglaterra y es editora. Amo Manhattan, pero me asusta Estados Unidos. Amo Manhattan más y más y más porque está llena de personas que pertenecen por lo menos a dos países y nosotros tratamos de vivir juntos muy bien. Me gusta la energía de esta ciudad y porque siempre encuentras una compasión inesperada".
Está sentado en la cabecera de la mesa del comedor de madera, de espaldas a los tres ventanales que dan a la calle, en un contraluz que casi lo convierte en una silueta ayudado por su vestuario negro. Sus palabras siguen rastreando su relación triangular Australia-Reino Unido-Estados Unidos, para luego adentrarse en los meandros y bifurcaciones de la identidad latente en sus libros. Piensa. Duda.
"Después de todo ese tiempo, mi relación con mi país es básicamente con las personas cercanas. Pero hay una cosa... en el momento en que llego a Australia empiezo a pensar diferente, mi cuerpo se siente diferente, reconoce el lugar. Toda mi familia está allá y vuelvo todas las veces que puedo. Políticamente no estoy conectado porque hace mucho tiempo que vivo fuera. Y, la verdad, es que no me imagino viviendo en ninguna otra parte en el mundo. Ya sé que se espera que tenga un poco más de argumentos ptener éxito... ¡No confiamos en el éxito!
A los americanos les gusta el poder... En Australia es la lucha de quien siempre será pobre...
No sé na desde Estados Unidos. El pretexto literario es el viaje que hace un joven, inspirado en Tocqueville, desde Francia en compañía de un criado, lo cual produce el doble encuent más por hacer.
La falta de educación es el problema para llegar a la democracia. La diferencia entre el que va a ser elegido y el que elige es la educación. La educación es negada y los recursos de la educación no son verdaderos. Tenemos un vacío porque a la gente no se le ha dado lo que la democracia promete.
Alguien dirá que ahora hay más información y eso es más democracia, pero también contribuye a desinformar y baja el nivel cultural. La solución de la democracia es tener una población educada y solo podemos tener esto haciendo de la enseñanza algo importante y atractivo. Yo que no querían ir allí, los prisioneros y los soldados sabían que estaban allí y que eran unos perdedores...
En cambio los que vinieron aquí, a Estados Unidos..., fue por la ambición y porque querían estar aquí...
Nosotros fuimos a Occidente y nos perdimos...
No nos gusta tener éxito... ¡No confiamos en el éxito!
A los americanos les gusta el poder... En Australia es la lucha de quien siempre será pobre...
No sé si la identidad es el tema principal de mis libros como usted dice... Bueno, sí, no... Sí, no... Estoy de acuerdo con eso en el caso de los libros que primero tienen que ver con Australia que dicen: ¿quién soy? ¿Quiénes somos? ¿Qué significa ser australiano? Es manejado con cierto narcisismo porque hablo acerca de mí y quién soy porque quiero saber de Australia... De la gente a mi alrededor. Como australiano he tenido una vida feliz en Estados Unidos, pero no soy americano aunque estoy muy conectado con la vida de aquí. Nunca pensé en escribir un libro sobre Estados Unidos. Los americanos pueden escribir libros sobre su país, y la pregunta que me hacía era si yo lo podría hacer, hasta que en el último año de la presidencia de Bush leí De la democracia en América, de Alexis de Tocqueville. Entonces empecé a pensar que podía escribir algo que fuera la verdad para Estados Unidos, pero también una verdad para mí".
Se veía venir, y es cuando aflora la era de Bush en las reflexiones de Peter Carey hasta imbricarse con el presente de la crisis política, democrática y económica que embosca al mundo. Al rato sus palabras volverán a Parrot y Olivier en América, para remontar el curso de la historia de la democracia moderna desde Estados Unidos. El pretexto literario es el viaje que hace un joven, inspirado en Tocqueville, desde Francia en compañía de un criado, lo cual produce el doble encuentro de dos mundos: el de los dos personajes procedentes de clases sociales distintas y el de ellos, dos europeos, con la tierra de promisión.
"No sé si lo que busco son las raíces en América... No utilizo la palabra raíces
... Mi pasión fue entender el presente mirando el presente... Y entender la democracia... El centro del libro es la clase social, la maquinaria de las clases sociales es lo que mueve el libro... Y es a través de eso que los dos miran las raíces... Sí...
Pero la historia de estas dos personas, la visión de ellos sobre Estados Unidos me descubre como lector parte de las raíces y cómo se fue forjando este país. Sí...
La democracia es un descubrimiento en el mundo... La manera como este país fue construido... Bueno, solo algunos aspectos porque no es posible redactarlos todos...
Lo que resulta profético es lo que escribió Tocqueville hace más de dos siglos y que sirve de epígrafe a la novela...
Es posible que surja la democracia de la gente que trabaja con la mano, los obreros...
La educación y la cultura son dos puntos importantes en este libro. El problema en este momento es la fisura de la educación y de la cultura en la democracia. La democracia no está desarrollada... Hay mucho más por hacer.
La falta de educación es el problema para llegar a la democracia. La diferencia entre el que va a ser elegido y el que elige es la educación. La educación es negada y los recursos de la educación no son verdaderos. Tenemos un vacío porque a la gente no se le ha dado lo que la democracia promete.
Alguien dirá que ahora hay más información y eso es más democracia, pero también contribuye a desinformar y baja el nivel cultural. La solución de la democracia es tener una población educada y solo podemos tener esto haciendo de la enseñanza algo importante y atractivo. Yo trabajo con un grupo de niños en Brooklyn... Les enseñamos cómo leer... escribir... a ser grandes... Si lo puedes hacer aquí, lo puedes hacer en cualquier parte y, entonces, tienes la democracia.
Pero yo soy un novelista estúpido y no sé si la democracia retrocederá ante los comerciantes y los capitalistas... En esta economía mixta... En el la historia en diferentes momentos y diferentes formas. Creo que los australianos somos perezosos al imaginarnos la historia. Necesitamos el humsi la identidad es el tema principal de mis �mos como usted dice... Bueno, sí, no... Sí, no... Estoy de acuerdo con eso en el caso de los libros que primero tienen que ver con Australia que dicen: ¿quién soy? ¿Quiénes somos? ¿Qué significa ser australiano? Es manejado con cierto narcisismo porque hablo acerca de mí y quién soy porque quiero saber de Australia... De la gente a mi alrededor. Como australiano he tenido una vida feliz en Estados Unidos, pero no soy americano aunque estoy muy conectado con la vida de aquí. Nunca pensé en escribir un libro sobre Estados Unidos. Los americanos pueden escribir libros sobre su país, y la pregunta que me hacía era si yo lo podría hacer, hasta que en el último año de la presidencia de Bush leí De la democracia enumor de las cosas... Soy como mis libros... Esos aspectos de mi carácter están ahí... Le agradezco que diga eso del humor en mis libros... Como humanos tenemos que vivir la vida seriamente, pero necesitamos tener sentido del humor. El humor es la luz que te alumbra, necesitas la luz para ver la parte de la oscuridad.
Uso la ficción como camino para preguntarle a la historia en diferentes momentos y diferentes formas. Creo que los australianos somos perezosos al imaginarnos la historia. Necesitamos el humor para estar vivos. Algunas veces nos reímos cuando reconocemos la verdad".
Una risa en cualquier tono, incluido el que puede suscitar el profético epígrafe de la novela, en palabras de Tocqueville: "¿Podemos pensar que la democracia, que ha derrocado al sistema feudal y ha vencido a los reyes, retrocederá ante los comerciantes y los capitalistas? Anunciar todas las verdades no es bueno".
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