jueves, 15 de diciembre de 2011

Manifiesto Indignado

Daños Colaterales
Irene Selser
 
  
2011-12-15•Fronteras

La revista Time ha hecho muy bien en escoger como protagonista del 2011 a ese manifestante callejero, casi anónimo, de rostro juvenil y rasgos andróginos, mitad europeo (con su gorro tejido), mitad árabe (con el pañuelo que sólo descubre sus ojos) y que sin embargo podría ser cualquier joven, chico o chica, que de Túnez a Santiago de Chile, pasando por Egipto o Madrid, arriesgó o incluso perdió la vida para hacer oír sus ideas, dándose cuenta muy pronto —tanto como lo permite la inmediatez de internet— que no estaba solo en su angustia y desesperación frente a un modelo económico voraz y depravado, sino que la insurrección ciudadana puede ser un buen camino para cambiar la realidad.

No es desde la violencia de donde estos jóvenes interpelan al poder, a la prensa que le hace el juego y a la sociedad —a no ser la violencia estructural que ya han conocido en carne propia—, ya que a diferencia de otros momentos históricos de ruptura, la generación que hoy es tapa de Time no aspira a derrocar al caótico “orden” existente por la vía armada.

Tampoco lo pretende el pensador francés Stéphane Hessel, que a sus 93 años dio muestras de lo que realmente significa aprovechar la vida: en octubre de 2010 lanzó un libelo, Indignez Vous! de apenas 14 páginas (siete menos que el Manifiesto comunista de Mark y Engels, que desde Londres, en febrero de 1948, llamó a la revolución armada para derrocar el orden burgués), cuyo propósito fue recordarle a los jóvenes franceses cuáles eran los valores del movimiento de Resistencia contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, hace seis décadas, y cómo esos fundamentos de solidaridad, verdadera democracia económica y social, organización racional de la economía, subordinación del interés particular al interés general, convertidos luego en conquistas sociales hoy en vías de extinción, debían ser recuperados. Y que la indignación ante el imperio de la sociedad del dinero, es tan válida como desobedecer una orden criminal.

“La razón de la resistencia es la indignación”, escribió Hessel a los jóvenes franceses, sin imaginar —como lo reconoció más tarde en entrevistas— que su mensaje arrojado como una botella al mar iba a ser asumido a plenitud antes por miles de jóvenes españoles, quienes hicieron suyo párrafos como éste: “¡Tomad el relevo, indignaos! Los responsables políticos, económicos, intelectuales y el conjunto de la sociedad no deben renunciar, ni dejarse impresionar por la actual dictadura internacional de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia. (...) La indiferencia es la peor de las actitudes”.

Milenio Diario

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