RUBÉN SANDOVAL, AL CENTRO, fue director de la Alianza Francesa de La Paz, desde 1985. |
AlejandroAlvarez
En una breve nota de este diario se anunció hace unos días el cierre de actividades de la Alianza Francesa en La Paz. Al parecer la noticia a nadie perturbó. Ambos hechos son preocupantes, el cierre y la indiferencia. De la Alianza mantengo recuerdos imborrables. A sus instalaciones (de la ciudad donde provengo), nunca asistí para aprender esa elegante lengua pero las visité innumerables veces por varios otros motivos. Uno de ellos fueron sus ciclos de cine. Guardo, de esas películas, en mi memoria a dos mujeres excepcionales Brigitte Bardot y Jeanne Moreau. Símbolos de sensualidad y de inteligencia femenina en un ambiente donde destacar por talento era de extrema dificultad para las mujeres de aquel entonces. Ignoro si aún viven pero si forman parte de este mundo deben ser bellas octogenarias. La señora Bardot se convertiría con el tiempo en activista contra la cacería de focas y en general en defensa de los animales, la señora Moreau formó -o forma- parte de la Academia Francesa de Artes, dirigió películas y escribió guiones de cine todavía en los albores de este siglo. En los filmes de ambas se inauguró con éxito el tratamiento explícito de la sensualidad, el sexo y el erotismo, también un estilo renovador y vanguardista de contar historias en la pantalla grande, sin final feliz, ni los buenos contra los malos, duelos clásicos del cine californiano. Nada que ver con Tarzán y los vaqueros que invadían las carteleras de los sesenta, época a la cual me refiero. Ya para entonces las señoras Brigitte y Jeanne –disculparán lo confianzudo– eran mujeres maduras pero no tenían rivales en la actuación a menos que algún despistado (por decir algo ligero) considere que Marilyn Monroe fuera actriz. En abono a la equidad de género –ya que está de moda la materia– debo mencionar al actor francés Jean Paul Belmondo que alternó con alguna de ellas, o con ambas, en calidad de galán poco favorecido, o sea feo. En este aspecto el cine francés también abrió brecha, los héroes de las historias cinematográficas hasta entonces debían de ser por definición “caritas” como Rock Hudson a quien las mujeres en la vida real más bien le aborrecían. Se recordará el descubrimiento de su homosexualidad al morir de sida. Pero mientras tanto engatusó a miles de fans con sus perfiles y copete bien peinado.
Pero me estoy desviando. Vuelvo al tema original. En la Alianza se podía escuchar música, asistir a conferencias, disfrutar exposiciones de lo más variado o asistir a clases de francés y así pasársela toda la semana. No había paralelo en ningún otro intento de difusión de su cultura por parte de otro país. Creo que no existe en la actualidad algo similar. La historia de la Alianza Francesa en La Paz es una epopeya. Se pueden rastrear en Internet los datos que a continuación transcribo.
En el año de 1978 siendo Rubén Sandoval estudiante en el DF creó un grupo cultural representativo de esa institución. El entonces gobernador Ángel César Mendoza Arámburo apoyó la creación de una Alianza en La Paz. Con altibajos el proyecto se consolidó en 1985 cuando Rubén retomó las clases de francés y en 1987 obtuvo nuevamente la concesión para trabajar con el nombre de Alianza Francesa de La Paz, A. C.
Conocí a Rubén en nuestro centro de trabajo común y admiré desde entonces su entusiasmo como promotor cultural. No creo faltar a la verdad si afirmo que sin Rubén la permanencia de la Alianza los últimos veinticinco años es impensable. No sólo se dedicó a ella de tiempo completo los últimos años sino que sus cercanos reconocen que de su bolsillo se subsidiaron con dificultad las últimas actividades. La Alianza se convirtió en foro de expresión alternativo para todas las voces, amén de su función educativa. Grupos minoritarios y mayoritarios, marginales y no marginales, heterodoxos y ortodoxos, siempre hallaron ahí un espacio que los abrigó. Pero también las instituciones gubernamentales le deben apoyo y solidaridad. Por eso extraña y da mala espina el silencio que se guarda ante la noticia del cierre de sus actividades por inanición financiera. Dicen en un escueto boletín “la Alianza nunca recibió ningún subsidio de ninguna institución mexicana ni francesa…Hemos tratado de resistir y no hemos doblegado ningún esfuerzo por seguir fomentando las actividades artísticas y la cultura en general, pero… ante la imposibilidad de poder responder a las exigencias de una economía en crisis no nos queda otra solución (el cierre de actividades)”. Nos falta memoria y un poco de vergüenza. Desde aquí el reconocimiento a la labor incansable de Rubén y el deseo sincero de que no sea un adiós sino un hasta luego a la Alianza Francesa en La Paz.
Conocí a Rubén en nuestro centro de trabajo común y admiré desde entonces su entusiasmo como promotor cultural. No creo faltar a la verdad si afirmo que sin Rubén la permanencia de la Alianza los últimos veinticinco años es impensable. No sólo se dedicó a ella de tiempo completo los últimos años sino que sus cercanos reconocen que de su bolsillo se subsidiaron con dificultad las últimas actividades. La Alianza se convirtió en foro de expresión alternativo para todas las voces, amén de su función educativa. Grupos minoritarios y mayoritarios, marginales y no marginales, heterodoxos y ortodoxos, siempre hallaron ahí un espacio que los abrigó. Pero también las instituciones gubernamentales le deben apoyo y solidaridad. Por eso extraña y da mala espina el silencio que se guarda ante la noticia del cierre de sus actividades por inanición financiera. Dicen en un escueto boletín “la Alianza nunca recibió ningún subsidio de ninguna institución mexicana ni francesa…Hemos tratado de resistir y no hemos doblegado ningún esfuerzo por seguir fomentando las actividades artísticas y la cultura en general, pero… ante la imposibilidad de poder responder a las exigencias de una economía en crisis no nos queda otra solución (el cierre de actividades)”. Nos falta memoria y un poco de vergüenza. Desde aquí el reconocimiento a la labor incansable de Rubén y el deseo sincero de que no sea un adiós sino un hasta luego a la Alianza Francesa en La Paz.
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