Carlos Fuentes
Los partidos políticos de los Estados Unidos de América usan animales como sus símbolos. El burro lo es del Partido Demócrata y el elefante del Partido Republicano. El burro y el elefante son símbolos hasta que sus partidos se comportan, en efecto, como burros o como elefantes. En la contienda electoral de hoy, el Partido Republicano se ha comportado como un burro, y su elefante emblemático es, por lo menos, un elefantito.
El origen de los partidos políticos de los EE.UU. es muy diferente de su realidad actual. El Partido Demócrata data de la presidencia de Andrew Jackson en 1830 aunque su ideología inicial se asocia al presidente Thomas Jefferson. El tema de la esclavitud dividió al partido: el sur pro-esclavista se separa del norte liberal. Abraham Lincoln, republicano, encarna la política anti-esclavista. Pero después de él, el partido se inclina cada vez más a la clase industrial y próspera, hasta que la depresión de los años veinte-treinta lleva a la Casa Blanca a Franklin D. Roosevelt, de 1932 a 1952, si contamos la presidencia demócrata de Harry S. Truman.
Los republicanos regresan al poder con Dwight D. Eisenhower en 1952, los demócratas con John F. Kennedy en 1960 y lo pierden, en seguida, con el contradictorio Lyndon B. Johnson, cuyas medidas populistas ("la gran sociedad") son negadas por su irracional persistencia en llevar a la guerra más injusta y destructiva a un Vietnam, a la postre, unido bajo la égida comunista de Hanói y hoy próspero socio comercial de los EE.UU.
Semejante distancia entre la ideología y la realidad significa el gobierno republicano de Richard Nixon, que inaugura la relación diplomática con China, coexiste con la Unión Soviética y sucumbe a la corrupción y el escándalo de Watergate (1974). Entre tanto, el sur demócrata pasa a ser republicano por oposición a las políticas anti-racistas de los demócratas. El sur y el suroeste ganan en población e influencia. El Partido Demócrata pierde bases y se alternan Bush I, Clinton y Bush II. Este último deja una crisis producto de impuestos bajos y gastos militares altos, que hereda a su sucesor demócrata, Barack Obama, obligado, en primer término, a deshacer los entuertos de Bush y devolverle a los EE.UU., a pesar de la crisis heredada, su dinamismo social en medio de una economía en crisis.
Cosa que en gran medida logra Obama. La legislación bancaria, la extensión de las políticas de salud pública, el incremento de las fuentes de energía: hidrocarburos a la alza, así como producción de petróleo y gas, producción de las importaciones de petróleo a pesar de los altos precios mantenidos por la creciente demanda China y de los países emergentes. La protección ecológica y, en materia internacional, la eliminación de Osama Bin Laden, las opciones alternativas abiertas en Israel e Irán, la retirada de Irak, la reducción de la presencia militar en Afganistán y el cumplimiento de la profecía de cambio en África del Norte pronunciada por Obama en El Cairo en 2009.
Todo ello -y me quedo corto- le da un éxito mayoritario a Obama, aunque pierda apoyo en su izquierda demócrata (lo recuperará a la hora de elegir en noviembre) y gracias a que lo ha ganado entre los independientes que son la mayoría electoral en los EE.UU.
Los republicanos, en cambio, han dado un espectáculo de mediocridad casi risible, de contradicción y ausencia de proyecto nacional. La carrera ha eliminado al gobernador de Texas, Rick Perry: propuso tres temas y sólo recordó uno. Oops! Se esfumó la ultra-conservadora Michele Bachmann, cuyo tema era la invasión de Irán y el apoyo a Israel. Regresa a casa el afroamericano (Herman Cain) acusado de adulterios varios.
De siete, quedaron cuatro. Ron Paul es el más respetable. No hay que estar con su política de abstención del estado de bienestar para aprobar su política externa de limitación reflexiva del poder. Newt Gingrich, tan parecido al Mr. Dick volador de papalotes en la novela David Copperfield, pretende ser el rebelde ajeno al establishment de Washington. Al cual ha pertenecido durante cuatro décadas. Gingrich cambia de ideología como cambia de cónyuges. El candidato de la extrema derecha, Rick Santorum, fue gobernador de Pennsylvania. Ha adoptado, con estridencia, la ideología del"Tea Party". Su insistencia es el rechazo del aborto. Se opone a la investigación de células-madre porque suponen "una visión cosmológica nietzcheana". La homosexualidad es comparable a la unión sexual "de un hombre con un perro". Proclama que "Satanás ha infiltrado la cultura americana". No le agrada la separación de la iglesia y el estado. No llega a la barbarie del popular comentarista de radio Rush Limbaugh, quien trató de "prostituta" a la estudiante de derecho Sandra Fluke favorable al control de la natalidad. Santorum sólo propone que a los bebés se les cubran los ojos cuando maman la leche de sus madres.
Frente a estos pitecántropos políticos, Mitt Romney hace, casi, casi, figura de demócrata liberal. En efecto, como gobernador de Massachusetts, Romney dio una ley de salud pública obligatoria, que Obama ha reproducido a nivel nacional. Obama usará este ejemplo en el debate con Romney (si este, en efecto, es el candidato de su partido). Por la misma razón, Romney está acentuando sus diferencias con Obama en temas como la migración laboral (se opone a ella y se gana enemigos hispanoparlantes), los impuestos (Romney quiere una rebaja general del 20% a la tasación, favorable a los más ricos y se gana enemigos en la clase trabajadora), la salvación de la industria del automóvil (y se gana enemigos en Michigan y Ohio).
Lo malo de todo esto es que la debilidad de los pre-candidatos puede conducir a una Convención republicana sin un claro vencedor. Por ello, el comentarista de derecha, George Will, les pide a los republicanos que, esta vez, se olviden de la presidencia y se esfuercen para ganar el Congreso, y la Convención de Tampa puede escoger a un candidato que no sea ninguno de los que menciono.
Me atrevo a pronosticar que Barack Obama será re-elegido en noviembre. Sólo que en mi calendario no figuran las catástrofes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario