Alejandro Alvarez
Casi seis mil ciudadanos decidieron acudir a las urnas y ahí anular su voto, al menos en la elección para gobernador de Baja California Sur. Esto significó el 2.5% de las papeletas contadas en todas las casillas, mucho más que los mil doscientos votos del Partido Convergencia (0.5%) y los cuatro mil de Nueva Alianza (1.6%). Con la diferencia de que estos últimos contaron con financiamiento público para sus campañas por varios millones de pesos y con una estructura organizativa estatal y nacional. De las otras caricaturas de partido no se sabe su influencia porque siempre cobijan su pobreza bajo la fronda de los partidos grandes quienes los encubren con gusto para vender la falsa mercancía de las “alianzas”.
Los anulistas o partidarios del voto blanco volvieron a estar presentes en las urnas, sin un centavo de financiamiento público, ni organización, en cambio enfrentando una campaña intimidatoria de dirigentes empresariales y de partidos para quienes anular el voto o abstenerse de votar es “alta traición”. Y enfrentando también un imponente despilfarro de recursos de los partidos que prácticamente sobornaron a la ciudadanía para que acudiera a votar ofreciendo desayunos y con candidatos prometiendo dádivas a futuro con vales cobrables una vez instalados en el gobierno o en el congreso. Excelente educación cívica, así sí cuentan.
Ya en las pasadas elecciones federales se manifestó el voto blanco y en estas páginas escribimos entonces (9 julio 2009): “En Sudcalifornia el voto nulo llegó al 5.5 por ciento, ligeramente arriba de la media nacional. Muy arriba del PT, Convergencia, Verde (los ecologistas mortíferos) y PSD”.
Si se considera la cantidad de ciudadanos abstencionistas (por lo menos 160 mil), éstos junto con los que anularon su voto representarían la primera fuerza política en el estado, muy por encima de los 100 mil votos del PAN y los 80 mil del PRI, los partidos punteros en estas elecciones. Con estas cifras el próximo gobernador (ex priísta, ex perredista y ahora panista) contará con el respaldo de uno de cada cuatro ciudadanos inscritos en el padrón electoral estatal que consta de 400 mil electores. Vistas así las cosas ¿a quién representará realmente el próximo gobernador? Pero no sólo él sino también los presidentes municipales y diputados tendrán la misma falta de representatividad y legitimidad. Los partidos, ya lo hemos dicho, se han convertido en organismos públicos que sólo se representan a sí mismos. Son presa codiciada por que es la única vía que tiene un ciudadano para participar electoralmente. Por eso en su interior proliferan grupos y subgrupos sedientos de poder que se disputan las candidaturas y cuando no la encuentran en un partido van a ofrecerse a otro y a otro, brincando de una ideología a otra sin pudor. Mientras esta situación no cambie y los partidos representen sólo a su propia burocracia las elecciones seguirán perdiendo confianza y los ciudadanos se alejarán de ellas.
PRD Y AGUNDEZ, LOS GRANDES PERDEDORES
En la elección para gobernador el PRD y su superaliado PT fueron empujados a un lejano tercer sitio, pero en las otras contiendas no le fue mejor. Para el Congreso sólo contarán con tres diputados de mayoría convirtiéndose así en la segunda minoría (atrás del PRI). En las presidencias municipales, del carro completo en el trienio pasado pasarán a administrar sólo Mulegé y Los Cabos, en ambos casos con márgenes muy pequeños de ventaja sobre sus adversarios. Adrián Chávez el dirigente formal estatal perredista fue un auténtico cero a la izquierda, borrado del mapa por las tribus perredistas para las que la única autoridad era, y es, el agandalle. El gobernador Agúndez, el verdadero dirigente estatal del sol azteca, vio así derruido el edificio que ostentosamente denominó “el gobierno de acciones”, al final se le escapó de las manos un control caciquil que quiso imitar de su primo Leonel. No olvidemos que fue el propio Agúndez quien ungió al próximo gobernador como candidato a diputado federal del PRD dándole así las alitas que le permitieron volar hasta su posición actual. En aquel acto de mucho simbolismo realizado en un rancho de Agúndez, éste dio la bendición a Marcos Covarrubias y a Víctor Castro como candidatos al margen de cualquier procedimiento partidista de nominación. La descomposición que alcanzó el PRI en setenta años de gobierno la alcanzó el PRD en sólo doce. Pero así es nuestra “democracia”, hay que tragársela apretándose las narices.
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