Alejandro Álvarez
Sí, se refieren a ti, que amaneciendo repartes la mierda de tus perros en la acera del vecino. A ti que acudes a misa los domingos, muy espiritual, después de dar con la puerta en las narices a quien propala otra fe, otra creencia. A ti, que has hecho de tu auto una trinchera desde donde arrojas bolsas panzonas de basura y botes cerveceros de aluminio.
Se refieren a ti, que lames la suela del jefe que te prometió un ascenso y otro permiso. A ti que llevas a la escuela a tus hijos gritando, mentando madres en medio de diez carros detenidos. El que bofetea a su esposa. A ti, que haces doble y triple fila para conversar desde el carro con tu compadre preferido.
Sí, se refieren a ti, que pasas lista al inicio y al final del mitin de éste y de aquel partido. El que está en primera fila para que lo vea el candidato preferido, el bueno, el ungido. A ti que vives de la adulación, del elogio al cretino.
Se refieren a ti, que regateas los quinientos pesos de la puta pobre, destrozada por el tiempo y tus amigos. Sí eres tú, el que adultera el producto que vendes, el que lo esconde, el que aumenta los precios al jodido. Sí, también a ti, el que especula desde el reluciente mostrador o con grandes inversiones desde un escritorio bien pulido.
Sí, se refieren a ti, que desde cualquier poder ejerces el oficio de arrogante, impune, soberbio, corrupto o asesino. A ti, que traficas con gente, que la compras y la vendes. A ti, que simulas que trabajas, que te empeñas en dar lo peor de ti, que te disfrazas de líder, que vives del chantaje y la amenaza, que atesoras fortunas secretas en representación de “la gente”, “de los que menos tienen”.
Si, se refieren a ti, que para destacar te subes sobre el lomo de quien sea. A ti que sobornas, el que no paga el agua, el que se roba la energía eléctrica, al que le condonan la multa, el que se esconde del abonero. El que pide los mariachis porque es bien macho y lo que le sobra es el dinero.
Se refieren a ti, que presumes de tu cuenta en dólares, de tu último viaje a Disneylandia, a Las Vegas y a Florida, de tus amigos los europeos y los gringos. Si, tú que llevas tapizada de confeti y de babas la camisa, que ondeas la banderita tricolor de papel de china, que volteas al balcón en medio de pirotecnia, reflectores, luces y gritos. Que te estremeces, con los ojos húmedos -sensible nacionalista como eres- cuando desde ahí te gritan: ¡Mexicanoooos!
LOS COSTOS DE LA FIESTA
Difícil a ciencia cierta determinar los costos de los festejos patrios de este año. Tan sólo los de la semana pasada parecen ascender a más de 45 millones de dólares, sin contar los de la suspensión de actividades administrativas, escolares y comerciales, monto que nadie incorpora a la gran cuenta de los festejos. Pero muchos otros proyectos se suman al gran gasto patrio que eleva la cantidad total hasta los 230 millones de dólares (aproximadamente tres mil millones de pesos). Nos encanta dar las cifras de nuestros nacionalistas gastos en dólares para que no se devalúen tan rápido.
Al mismo tiempo los fenómenos naturales han dejado tal destrucción que el Fondo Nacional de Desastres ha quedado rebasado. Éste estaba constituido por un presupuesto de 3 mil millones de pesos (curiosamente el presupuesto de la gran fiestota) y sólo en apoyos parciales ya se habían liberado 900 millones a Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, antes de la desgracia de Veracruz, Oaxaca y Tabasco. Sólo el gobierno de Veracruz reclama casi dos mil millones de pesos. Los diputados y el poder ejecutivo no brillan precisamente por su prevención. Mientras, que siga la fiesta.
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