Ricardo Monreal Ávila
Zetas, alfas, betas, gamas, deltas y todas las letras del alfabeto griego que inspiran los nombres de los cárteles del narcotráfico, pactaron una cumbre y una tregua para festejar el Bicentenario de la Independencia. Reunidos en una finca del centro del país, procedieron al pase de revista de sus filias y fobias.
¡Viva esta minoría ridícula aquí reunida, que tiene aterrorizada y postrada a una mayoría silenciosa!
¡Viva la narcoinsurgencia detectada por el Departamento de Estado y la señora Clinton, pero negada y minimizada sistemáticamente por las autoridades mexicanas!
¡Viva la ingenuidad de la Iniciativa Mérida, que con el 0.0056 por ciento de los recursos ilícitos que obtenemos al año, pretenden acabarnos y exterminarnos!
¡Viva la segunda enmienda constitucional de EU, que nos ha permitido adquirir armamento moderno de guerra en tiempos de paz, dejar atrás la Ley del Revólver calibre .22 y superar la “calidad de fuego” de las policías mexicanas!
¡Vivan esas lumbreras de drenaje profundo que son las aduanas y costas mexicanas, por donde han pasado más de 15 mil armas de asalto en cuatro años y millones de cartuchos y de dólares en efectivo, sin que ninguna autoridad se dé cuenta!
¡Vivan las Barrets calibre 50 que horadan blindajes nivel cinco; pero sobre todo, vivan los cañonazos de 500 mil dólares que hacen añicos las endebles bardas institucionales y morales de la AFI, PFP, PGR, procuradurías estatales, algunas comandancias de zonas militares y el 60 por ciento de las policías municipales del país!
¡Viva la reforma del 115 constitucional de Miguel de la Madrid (1985), porque municipalizó la seguridad pública y sentó las bases para disponer de más de 2 mil vías de acceso para corromper al sistema de seguridad pública desde sus cimientos!
¡Viva la iniciativa para crear 32 nuevos mandos estatales policiacos únicos, porque reducirá de más de dos mil a sólo 32 las “ventanas de oportunidad” para corromper a la nueva policía del país!
¡Vivan los más de tres mil policías que acaban de ser dados de baja de la PFP por “pérdida de confianza”, porque buena parte de ellos vendrán a engrosar nuestras diezmadas filas!
¡Viva la negligencia legislativa, porque posterga las leyes de extinción de dominio, antisecuestro, lavado de dinero y de seguridad pública, que pudieran acorralarnos algún tiempo, pero no derrotarnos para siempre!
¡Vivan los brazos cortos de la justicia mexicana, porque sólo alcanzan a aprehender y condenar a dos de cada 100 delincuentes denunciados, convirtiéndonos en el reino de la impunidad!
¡Vivan las cárceles mexicanas, porque suelen ser centros de recreación, capacitación y reclutamiento de la alta delincuencia. En ellas, un carterista de mercado sale posgraduado en un avezado sicario!
¡Viva la guerra fallida contra nosotros, porque ahora ya sabemos que podemos multiplicar nuestras filas, extender nuestros territorios, detonar las adicciones e infiltrar policías!
¡Viva la narcoeconomía de escala, porque entre productores, comercializadores, distribuidores, enganchadores,lavadores, sicarios, burros, defensores, informadores, narcotianguistas y ambulantes, somos el sustento de 10 millones de mexicanos, el 9 por ciento de la población!
¡Viva la “economía ilícita”, que con sus 22 actividades ilegales (desde la piratería, el secuestro y la extorsión hasta el tráfico de drogas, dinero, armas y personas) es el único sector de la microeconomía que ha crecido como la espuma los últimos dos años!
¡Viva el “derecho de piso”, porque vino a derribar el mito fiscal de que no se pueden cobrar impuestos en este país!
¡Vivan los ocho millones de jóvenes ninis, porque integran un potencial ejército delincuencial de reserva o “carne de cañón” que jamás cártel alguno soñó con tener a disposición!
¡Viva la narcocultura, las bandas gruperas y los santos del narco, que nos dan vida, sentido e identidad popular!
¡Vivan los villanos de hoy, porque podrán ser los héroes de la narco-República de mañana (no olvidemos lo que en su tiempo se dijo de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Francisco Villa y Emiliano Zapata)!
¡Viva su Alteza Serenísima del Pacífico, el más buscado durante 10 años y el menos molestado por las tropas oficiales!
¡Viva el Atila del Sur, traicionado y masacrado en una emboscada en Morelos!
¡Viva el Generalísimo de Apatzingán, que a fuego y sangre se resiste a entregarse!
¡Vivan los (Z)entauros del Norte, cuya crueldad es bien conocida en la frontera norte, de Juárez a Reynosa, y de Saltillo a Villahermosa, asolando a gobernadores, alcaldes, empresarios, ambulantes y migrantes del Golfo!
¡Viva el Ciervo de la Prisión, La Barbie, que de feroz y sanguinario asesino multiserial, la apología mediática y hollywoodesca de su captura (o lavado de imagen) lo ha transformado en un venado cola blanca y en el ejemplo aspiracional de miles de jóvenes ninis y de júniors de clase media, que terminan convencidos de que, en efecto, “el que no tranza, no avanza” o de que “más vale vivir una década como La Barbie o El Kent, que toda una vida jodido”.
Avanzada la madrugada, uno a uno los asistentes cayeron abatidos por el fuego cruzado de botellas de tequila de grueso calibre. Sólo uno de los vigías, el celador designado, alcanzó a advertir: “Hey! No se duerman que todavía nos falta festejar el centenario de la Revolución mexicana!”.
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