miércoles, 29 de septiembre de 2010

La comunicación expansiva: Mundialización del uso y consumo de la comunicación


Jorge Alberto Hidalgo Toledo*


La historia del hombre es la historia mediada y de las mediaciones. Está en su naturaleza el giro revolucionario que le dio forma desde la antropogénisis y los mitos fundacionales: Dios que da al hombre la posibilidad de nombrar al mundo y con ello diferenciarse de las otras especies; y, la naturaleza, que le dota de: una mayor cavidad craneal, aumento del número de neuronas, bipedismo, separación de las extremidades, una postura erguida, crecimiento del pulgar, reducción de las uñas y la piel de los dedos, tendencia carnívora, visión binocular y estereoscópica, incremento de estatura, un aparato fonador y la capacidad mental para gesticular (Alimen, Steve, 2001) y con ello construir expresiones semánticas que dieron origen a la primera revolución de la historia: la revolución simbólica[1]. Misma revolución que distinguió al sapiens-sapiens de los homínidos[2]. (Hidalgo, 2002)
El hombre desde sus orígenes medió el mundo con gestos, grafos, símbolos, figurillas, construcciones y rituales[3]. Neurológicamente su corpus se habilitó para que las neurotransmisiones cerebrales establecieran puentes entre los psicológico, lo semántico y lo axiológico impactando no sólo las formas de comunicación intra e interpersonal, sino también en la elaboración y gestión de tecnologías que impactaron en modo directo en la construcción de códigos sociales y culturales (verbales, gestuales, vestimenta, conductas y rituales significantes)[4].
            Así, el hombre codificó al mundo; construyó mensajes de toda índole y esperó la decodificación del intérprete y su retroalimentación. El mundo codificado… el mundo trasmitido gestó la historia y la cultura. Así como afirma Clifford Geertz: “La cultura es un patrón de significados que se ha transmitido a través de la historia, constituida por formas simbólicas mediante las cuales la gente comunica, perpetúa y acumula conocimientos y actitudes ante la vida”  (1994: 91).
            La esencia comunicativa del hombre se inscribe en el modo referencial, emotivo, apelativo, persuasivo, fático y poético, provocando con ello acciones inmediatas, compartiendo conocimientos, solucionando problemas o simplemente, transmitiendo su visión del mundo.
            En su historia, el hombre ha compartido la experiencia humana y ha dotado de significado sus formas estandarizadas, repetitivas de pensar, sentir y actuar. Y como afirma James W. Carey: “la comunicación es un proceso simbólico por el que la realidad se produce, sostiene, enmienda y transforma” (2008: 10). La comunicación como fenómeno inserto en la vida, como vehículo de nuestra visión de la realidad; como la base de la cultura. La comunicación que sale del hombre, recorre el mundo, se globaliza y se vuelve referente de sentido en la vida de otros.
La comunicación: ese puente que dota de sentido al mundo y une una vida con otra, media todo objeto y realidad. Es por ello el medio, el centro de la atención del presente estudio para comprender ¿qué tanto determina éste la apropiación de los mensajes?, ¿qué tanto los medios y mensajes han reconfigurado las prácticas comunicativas, los modos de socialización, la identidad de los sujetos, los procesos cognitivos, las actitudes, conductas y valores de cada ser humano? 
La evolución del hombre se enmarca en el fino tejido entre evolución biológica, cambios sociales y procesos de creación de significados compartidos. Así, la cultura es el mundo vuelto significado; se torna omnipresente, se crea en sociedad y se mantienen a través de la comunicación. La comunicación moldeó al hombre (su forma de pensar, sentir y actuar), lo distinguió de las demás especies, lo unió con los suyos, definió su realidad. Desde la invención de la escritura, el surgimiento de la literatura, la imprenta, la pintura, el grabado, los libros, periódicos, el cine, la radio,  la televisión, la comunicación satelital y el internet, los medios de comunicación han contribuido a vincular comunicación con cultura; capital con tecnología; economía con poder; significación con sentido de vida.
Ante el proceso de globalización y los alcances del desarrollo social y mediático, el tema de las identidades se torna un tema central. Nuevas figuras de concentración de la propiedad, conglomerados, transnacionalización de medios, fragmentación de audiencias, hipercomercialización y convergencia se colocan sobre la mesa para la comprensión de los tiempos actuales. Para entender la incidencia de los cambios estructurales que impactan la evolución social es importante adentrarse al fenómeno de la mundialización de la comunicación y el nuevo orden mediático que habrá de reconfigurar el mapa sobre el cual se moverá la presente investigación: la Sociedad de la Información.

La comunicación, una onda expansiva
Los medios, como cronistas de la cultura, obligan a ubicar las historias, relatos y narradores que definen la forma de pensar, sentir y actuar de las personas. Desde los orígenes de la primera tecnología de comunicación se identifica el carácter mundialista con que se concibe la escritura[5] y el proceso de alfabetización[6].
La imprenta hizo accesible la comunicación escrita, propagó la alfabetización, favoreció la generación de las ideas, permitió la estandarización y la preservación de la cultura, detonó la producción en masa, aceleró el desarrollo y afianzamiento del capitalismo, alentó el establecimiento y el crecimiento de la clase media, fomentó adelantos científicos y tecnológicos al grado de ser uno de los principales motores de la Revolución industrial. La industrialización redujo las jornadas de trabajo, aumentó el consumo, el tiempo libre y la difusión de información y entretenimiento impreso.
            La imprenta hizo posibles los periódicos y revistas; aunado a los cambios tecnológicos y sociales se estableció el mercado de masas que hizo posible el que surgieran el cine y la radio. En un contexto multiétnico y fragmentado, medios como la el cine, la radio y la televisión ayudaron en el proceso de unificación de gran parte de los países tanto en Europa como América. Modernidad, capital, cultura y medios se entremezclan y configuran las identidades nacionales y las nuevas redes de concentración de la propiedad.
Las redes de comunicación configuraron de un modo u otro el modo de organización del planeta (Mattelart, 1998). Con ellos y por ellos circularon personas, bienes, servicios y entornos simbólicos. Las economías se unificaron, la cultura se generalizó y ello replanteó el tema de la reafirmación de identidades. 

La mundialización de la comunicación
De la Aldea global a la República mercantil universal; del nacionalismo moderno a la desterritorialización de los mensajes; de las divisiones administrativas a los medios sin fronteras. La comunicación internacional como el corazón de una comunidad imaginaria.
            Como bien apunta Armand Mattelart (1998), la mundialización de la comunicación inicia con la universalización del espíritu ilustrado y liberal. De los frutos de la Revolución Francesa y el Tratado de Westfalia (1648)[7] se proyectó un nuevo modelo económico fundado en la noción de lo internacional.
La comunicación se vuelve ideal de la modernidad. El progreso encuentra en los caminos, puentes, carreteras y canales los símbolos del intercambio. De la universalización se replantean las relaciones legales, monetarias, lingüísticas, simbólicas y de medición. El flujo, la circulación y la transmisión son el corazón de la unidad universal. Los nuevos vínculos entre las naciones se cimentan en la libertad, la igualdad y la fraternidad. La comunicación se adscribe a la conciencia solidaria; exige un libre flujo de circulación continua y desbordada; busca el acercamiento entre los diferentes y el establecimiento de campos comunes de interacción.
            La comunicación es la cuña que hizo posible la construcción de nuevas rutas, principalmente financieras, en las que cada hombre se torna un comerciante o un consumidor. Así se pasó de las sociedades militares a la república mercantil[8]; a las naciones productoras. El trabajo, la producción de mercancías deben circular como lo hace la información[9].
La libertad individual, institucional, nacional y comercial reintegran la mentalidad del planeta y el mercado. Los tratados bilaterales, las agrupaciones regionales, las uniones empresariales, los convenios internacionales permiten la operación de proyectos unificadores[10]. La comunicación internacional modifica la economía y la política de los pueblos. La comunicación y sus tecnologías son el símbolo de las nuevas sociedades industriales, el potencial mundial fluye con la riqueza y la comunicación: recorre las distancias y distribuye los poderes; reorganiza el mundo entre el centro, la periferia y las zonas intermedias.
La nueva hegemonía se articula en torno a la propiedad de la infraestructura, el proceso tecnológico, la acumulación de frecuencias, la dominación territorial y la asociación entre hombres con impulsos y motivaciones comunes[11].
            La nueva utopía informacional universal aspira a la justicia entrelazada, a la circulación ideológica como soporte de la misma tecnología. El capital cultural y simbólico de las naciones debe fluir sobre las rutas ferroviarias, marítimas y aéreas. El vapor, la electricidad y el aire no son propiamente los motores de los nuevos vehículos sino las ideas que les dieron forma.
            El progreso de la alfabetización y la educación escolar, como vías de desarrollo, afirma Alain Corbin (2001), tejió una nueva relación entre el individuo, su nombre propio y su patronímico. Así el hombre grabó su nombre en servilletas, cuadernos, en bordados, en las actas matrimoniales. La escritura favoreció al individualismo y el retrato satisfizo el anhelo de igualdad. La imagen de uno mismo como instrumento de presencia, de poder.
La letra y las ideas en el corazón del capital cultural del siglo XIX. La literatura y la prensa se consolidan y dan forma al imaginario comunicativo; sin embargo, un nuevo horizonte se vislumbra: la fotografía como evolución de la pintura instaura un nuevo territorio que habrá de consolidarse con el triunfo del cine: la era de la imagen.
             La fotografía como la nueva escritura, como concreción de la fijación, de la posesión, del poder comunicar la propia imagen y avivar el sentimiento de la importancia de uno mismo. Representación y posesión, teatralización, extensión de la memoria. La imagen, aisló las señas de la memoria y posibilitó algo más que la posesión simbólica del otro; el cine al emplear la imagen como testigo mediático de la acción humana, canalizó los flujos sentimentales, resignificó la esencia orgánica de la persona, modificó “las condiciones psicológicas de la ausencia” (Corbin, 2001: 403) y “dio permanencia a los sentimientos cotidianos” (McLuhan, 1989: 238).
Angustia, remordimiento, pérdida, desaparición, deseo, invocación, permanencia y recuerdo. La imagen, manifiestó la voluntad de perpetuar, de imprimir en el mundo la propia huella. Ya lo decía McLuhan, la fotografía fue decisiva para el paso del Hombre Tipográfico al Hombre Gráfico.
Imagen versus palabra, ambas ilusión y fantasía: usurpadoras del corazón, del núcleo y la sustancia de los seres; registro de gestos y sonidos, de experiencias, reveladoras de secretos. La convergencia entre escritura e imagen detonó lenguajes inimaginables. Así como nos recuerda Carlos Scolari (2008) al más puro estilo mcluhaniano, un medio se representó dentro de otro. He ahí la remedación (remediation) de Bolter y Grusin.
Una revolución silenciosa derivó del cruce de la imagen y la electricidad. El nuevo discurso va de la mediación mecánica a la visualización masiva. A la par, la información apeló a la noción de instantaneidad con la consolidación de las noticias y la prensa; sumando al cine y la música, la cultura se incrustó a la lógica industrial y fabril. La cultura de masas se aderezó con la esencia de los nuevos públicos: El público[12].

Las fases de la mundialización de la comunicación
Como bien afirma Dominique Wolton: “la paradoja de la comunicación es la siguiente: si la historia de la comunicación es evidentemente muy larga, tan larga como la del hombre, la de las tecnologías del mismo nombre es por el contrario, extraordinariamente reciente” (2008: 36).
Ahora bien, dado que los flujos comunicativos no se reducen a las meras tecnologías, son de tal relevancia las rupturas sociohistóricas que introdujo la comunicación en el  ámbito de la cultura que resulta importante entender los diversos sistemas de comunicación para comprender el modo en que han cambiado también los modos de percepción del mundo, los modos de vida y de producción.
Dichos flujos culturales y mediáticos han seguido una ruta no lineal, en ocasiones simultánea casi escalonada, que le han permitido a la comunicación a travesar por 26 diversos momentos como los que se enlistan a continuación[13]:
1.      La constitutiva. Momento específico de la revolución simbólica y del paso del homínido al homo sapiens. Proceso de evolución biogénetica y cultural que permitió la expansión de los módulos del habla a toda la especie. La comunicación se reproduce con la especie misma y reconfigura la naturaleza del hombre; se pasa de la comunicación íntima a la comunitaria. La mundialización se da con el fluir geográfico de la raza humana; la fabricación de utensilios (como afirma Harold Innis: toda tecnología es a su vez medio de comunicación); el desarrollo de la cultura de los guijarros; la presencia de hogares; la capacidad de invención y organización; la construcción de un lenguaje semántico que le lleva a superar la condición animal (Alimen, Steve, 2001).
2.      La civilizatoria. Fase situada desde los años 9000 a. C y que comprende desde la domesticación de animales y el cultivo y, por ende, la vida sedentaria y la formación de comunidades. La nueva forma de vida implicó la constitución de bases legales, religiosas y culturales. La mundialización se da en la comunicaciones entabladas con los territorios periféricos del Golfo Pérsico; el desarrollo de la escultura, la arquitectura y la invención de la escritura (Cassin, Bottéro, Vercoutter, 2001). La representación simbólica del mundo atestiguando la madurez administrativa, económica y moral a la que había llegado el hombre. La lengua se multiplica del habla a la escritura y se expande por el mundo desde el templo hasta los puertos comerciales. La condición civilizatoria comprende la domesticación de la propia condición humana y la transformación simbólica, consolidada y portadora de sentido de la realidad. La unificación de los reinos se dio desde la construcción de las culturas y la extensión de los imperios. Con la escritura se masifica la comunicación comunitaria.
3.      La consolidación y renovación cultural. La inmigración y los asentamientos en oriente estuvieron vinculados con la constitución de dinastías que permitieron dar forma, unidad e identidad a la región. En ese contexto complejo, la comunicación activó la creación, el intercambio entre los pueblos y los préstamos culturales recíprocos. El inventario cultural se extendió tanto como los imperios del antiguo oriente y apeló a la búsqueda de continuidad para garantizar su solidez. La comunicación buscaba unificar el espíritu, constituir una personalidad única, ordenar la naturaleza, responder a los dilemas morales, establecer relaciones comerciales y fortalecer los reinados. Las luchas culturales son las constantes por buscar convertirse en la lengua universal. La comunicación y las armas organizaron los imperios greco-latinos, afianzaron el poder de los persas y difundieron sus nociones de civilización (Bengtson, 2001). En el imperio Romano la comunicación afirmó su originalidad, su valor y la reivindicación de los derechos de los individuos, la valoración de las personalidades y la búsqueda de nuevas fronteras (Grimal, 2001). La religión, la economía y la comunicación dieron forma al orden social del nuevo imperio romano cristiano; grandes cambios culturales se dieron con la revolución de Constantino y las formas en que la fe dialogó con la devoción popular y el arte. Cuando las culturas parecían consolidarse las invasiones restauraban y renovaban las potencias. Los bárbaros llevaron a la caída del Imperio Romano de Occidente; la resistencia se vuelve una nueva forma comunicativa, una forma de sobrevivencia; por otra parte, la voz del profeta Mahoma unificó arabia y los pueblos del desierto constituyendo un nuevo imperio (Georg Maier, 1997). Oriente y Occidente como frentes comunicativos y culturales. La confrontación de los imperios en busca de la forma, lengua y fe universal. Así se expanden las diversas prácticas comunicativas hasta llegar a los límites de la geografía conocida. La comunicación como clave imperial y consolidación de las prácticas culturales.
4.      La desterritorialización. La era expansionista del espacio mundial sin trabas se desarrolla a la par del capitalismo y el tráfico internacional producto de las Cruzadas. En Europa, el humanismo se propagó por los países llevando consigo nuevas corrientes científicas, literarias, teatrales y pictóricas. Un pre-nacionalismo se dibuja en Italia y la comunicación adquirió significación política (Grimberg, 1987). El esplendor del arte renacentista se abrió paso como lengua con pretensión universal. En Alemania y Holanda el sentir reformista nutre las letras y el arte pictórico. Ciencia, arte y religión como un mismo idioma buscan caminos de expansión que encuentran como puerta de salida el mar. España y Portugal buscan por la vía naval nuevas tierras a la vista. La religión católica y la nueva lengua castellana no sólo unificaron España, sino también el Nuevo Mundo; con los barcos cruzando el Atlántico se dio una doble evangelización, la que llegó del viejo mundo y la que partió del Nuevo Mundo hacia Europa. El barco fue un doble agente cultural y civilizatorio. Por él se desplazaron formas literarias, costumbres, tradiciones, utensilios y alimentos. Dos culturas navegando a través de un mismo medio; la bidireccional operando en un mismo canal. La Reforma y la Contrarreforma encontraron en la imprenta su vehículo expansionista[14]; así como lo hiciera posteriormente la ciencia y la literatura que encontraron en los libros su canal para la mundialización.
5.      La liberación de flujos. La comunicación se torna en el ideal de la modernidad y se ampara en la condición de intercambio de valores propio de la Ilustración. La comunicación como organización de los espacios nacionales materializa los designios de la razón. En las plazas, mercados, carreteras, puentes y canales circulan mensajes, personas y mercancías. Entre los principios y derechos humanos se incluye la libre comunicación del pensamiento. Diderot promueve la libre circulación de las ideas y las mercancías. Quesnay vincula los flujos de la riqueza, con los flujos comunicativos y existenciales con su Laissez faire, laissez passer (Mattelart, 1998).
6.      La Identitaria. La época de la unidad lingüística cultural se da en la Francia de 1789 al universalizar cada impresor los documentos jurídicos. La unidad y la identidad nacional se buscaba con la homologación de la lengua y así reducir diferencias y particularismos propios del periodo feudal y las monarquías absolutas. La construcción revolucionaria de una lengua universal se había materializado en el lenguaje sordomudo desarrollado por el abad de l’Epée (1776) y perfeccionada por el abad Sicard. La lógica sígnica se integra a la invención del telégrafo óptico de los hermanos Chappe y el intentar suprimir el azar estableciendo normas para las transacciones comerciales, catastrales y fiscales. Así se implantan los sistemas métricos de peso y medida; nuevos símbolos de la fraternidad de los pueblos y el deseo de adoptar convenciones que simbolicen la unidad de los pueblos que conquistan por fin la igualdad.
7.      Economía-mundo.  La era de las redes de hegemonía se instaura con la república mercantil universal de los mercados cosmopolitas que visualizó Adam Smith. El género humano se percibe así, como una comunidad económicamente compuesta por individuos que desde la libre competencia construyen un mercado único que se distingue por los modos particulares de dividir el trabajo. La mentalidad de mercado es una vía de secularización social que elimina el poder del Estado y hace de la comunicación un vehículo privado más que público. Las compañías son las que ahora exploran y explotan, las que se reparten el planeta. El liberalismo económico configura una nueva sociedad en la que el mercado requiere de la comunicación para dar forma al nuevo cuerpo social. La integración económica mundial  del siglo XVII toma forma con la unificación de las redes y los acuerdos bilaterales; los tratados para enlazar telegráfica, ferroviaria y postalmente a Europa. Esta unificación económica busca también la unificación política. Con todos estos desarrollos la comunicación encuentra nuevos métodos de recogida, codificación y procesamiento de la información y exige por ende, la liberación de sus líneas y espacios de operación. La infraestructura comunicativa se vuelve símbolo de la revolución industrial, del progreso y de los Estados-Nación. El tren verá su apogeo en la Inglaterra de 1870 y logrará la sincronización mundial al instaurarse el horario universal en 1884. La economía-mundo encuentra su clímax con el montaje del cable transatlántico, el reparto de las frecuencias. La era de la radiocomunicación transatlántica definió una nueva geopolítica. Y la comunicación empieza a jugar un papel bélico fundamental para las operaciones militares y la transmisión de información. El tren y el telégrafo serán aliados en proceso como la guerra de los Boers (1899-1902), la guerra ruso-japonesa (1904-1905) y la Primera Guerra Mundial.
8.      El imperio de la palabra. Desde la antigua Grecia el libro ocupó un lugar fundamental en la sociedad; pero fue con la aparición de la burguesía, la proliferación de las universidades y centros de estudio, la difusión del alfabetismo, el incremento del poder adquisitivo, el descubrimiento de nuevas rutas comerciales, la introducción del papel en Occidente en el siglo XIV y la reproducción mecánica apoyada en la imprenta que la industria del libro se renovó. Se calcula que previa a la invasión de Constantinopla por los Turcos había casi 20 millones de libros impresos en toda Europa para una población que llegaba a 100 millones de habitantes (Baran e Hidalgo, 2005). El libro se había convertido en un pedestal para la humanidad, una escalera hacia el progreso. Con la imprenta la historia quedó grabada. 20 años antes de que se instalara en Madrid (1556) ya había llegado a la Nueva España (1536), particularmente en México. Los libros fueron un gran aliado para la corona española y así cumplir sus planes educativos y religiosos. El libro fue el lenguaje del poder y un modo de regulación. Paradójicamente el mismo medio que sirvió para evangelizar a los naturales y atestiguar el dominio español por tres siglos fue el que a fines del siglo XVIII y principios XIX se convirtiera en el instrumento para lograr la independencia. La trama cultural e intelectual encontró en el libro su memoria. La palabra vivió su imperio al: 1) convertirse en agente del cambio social y cultural; 2) ser depositario de la cultura; 3) ser una ventana al pasado; 4) convertirse en fuente de desarrollo personal; 4) consolidarse como fuente de entretenimiento, de evasión y reflexión personal; y 5) ser espejo de la cultura.
9.      La revolución silenciosa. Los callados días de la electricidad son los días en que se consolidan las redes de filamentos eléctricos. Con ella llega la era neotécnica como apuntan el anarquista ruso Pedro Kropotkin (1842-1921) y el sociólogo escocés Patrick Geddes (1864-1932). Su crítica a la industrialización no esta equivocada del todo, pues desde la Primera Exposición Internacional de la Electricidad celebrada en París en 1881 la historia del progreso sufrió un giro vertiginoso (Mattelart, 1998). La electricidad tendió puentes entre la ciudad y el campo, sirvió para horizontalizar el trabajo y el ocio, para impulsar las utopías urbanistas. La electricidad introdujo cambios radicales en los modos de producción, en las prácticas comunicativas, en el desarrollo de la invención y la aparición de nuevos medios. La historia ya no estará solamente grabada en papel, ahora lo hará en pulsos, amperios y voltios.
10.  La era de la imagen. A la par de la industrialización social, la cultura también encuentra vías de masificación. Así la industria del cine nace impulsada por negociantes emprendedores que graban la historia y la vida cotidiana en cintas fílmicas. La comprensión del poder de este nuevo medio se dio al mismo tiempo que la gente se apropió de él. Fue el gran flujo de inmigrantes y la proyección en comunidades donde abundaban grandes masas de analfabetos que no hablaban un mismo idioma lo que empujó esta nueva industria (Baran e Hidalgo, 2005). Este medio que fue categorizado con enfoques peyorativos como espectáculo circense, se tornó con el paso del tiempo en: una fabulosa herramienta artística, instrumento persuasivo, instructor moral y maquina económica. El cine se expandió por el mundo, en algunos lugares del mundo con el adjetivo de “progreso” El imperio de la imagen se abrió camino en un terreno que no terminado de cruzar.
11.  La industria de la cultura. Responde al sistema mundial de información y la estructura que acogen las agencias de noticias para la distribución de información. El cableado submarino y la posibilidad de enviar corresponsales a cubrir los hechos acaecidos en lugares remotos (muchos de ellos los lugares de origen de los inmigrantes) se convirtió en un punto de atracción. En 1835 se funda la agencia Havas, antecedente de la Agencia France Press, en 1848 nace la agencia norteamericana Associated Press (AP), la agencia Británica Reuter inició actividades en 1851 (Baran e Hidalgo, 2005, Mattelart, 1998). El mercado de la información nació con visión global. Con el boom del periodismo impreso y la reproducción mecánica de la información surgen fenómenos como la literatura por entrega, las novelas, los folletines, los suplementos dominicales, los cómics, los contenidos sindicados, los derechos de reproducción y el copyright. Paralelo al desarrollo de la prensa está el nacimiento de la industria discográfica detonada por el fonógrafo de Edison (1877). La dimensión internacional de la industria musical, cinematográfica y periodística configuró una nueva industria cultural que además de propagar entretenimiento también extendió por el mundo nuevas ideologías. 
12.  El poder persuasivo de la comunicación. Periodo en el que se entiende la comunicación como extensión de la lógica bélica; como manifestación de los gobiernos en su afán de dominación y hegemonía. Particularmente durante la primera guerra mundial sirve para la movilización e ideologización de las conciencias. Es desde los organismos oficiales del estado donde se impone la propaganda y la censura. La comunicación  se extiende como rumor, manipulación, información falseada. El control político, económico y comercial opera en modo de relaciones públicas, periodismo doctrinal y cine propagandístico. La misma publicidad adopta esta mecánica “persuasiva” manipuladora que busca transferir los dogmas del poder como actitudes y estilos de vida. Las industrias culturales (editorial, radiofónica y cinematográfica) estarán al servicio del expansionismo ideológico y la promoción de patrones culturales como el american way of life.
13.  La mediación militar. Durante la guerra fría el desarrollo comunicativo mantenía una lógica propagandística. El lanzamiento de los sistemas satelitales pone de manifiesto la división Norte-Sur, Este-Oeste. La comunicación disfrazada de vías de desarrollo y modernización estará promovida por instancias como la CIA, la US Information Agency (USIA), la Radio Voice of America,Radio Free Europe y Radio Liberty. Los flujos internacionales se amparan por un lado bajo la lógica de la libre circulación y por otro, la intromisión en las frecuencias y ondas extranjeras como vías de agresión ideológica.  Legitimar a un poder, era legitimar sus formas de comunicación. La relación industrial, complejo militar y desarrollo dialogan en una triada que pretende dominar corazones y mentes. El nacimiento de los servicios de ARPANET (Advanced Research Project Agency Network – 1986) cubre una necesidad militar más que educativa. Unir computadoras, conformar redes y potenciar la teleinformática, apelaba a la lógica de la defensa. El campo de batalla, como campo de prueba, como campo comunicativo. El mismo lanzamiento del satélite artificial Sputnik respondió a una batalla por la conquista del espacio y el establecer un sistema mundial de comunicaciones: aire, mar y tierra eran controlados, vigilados y atendidos desde el espacio. El tele-espionaje es parte de la comunicación estratégica, los imperativos de seguridad y la competencia económica. El planeta entero asume esta lógica dicotómica-separatista: primer y segundo mundo son las categorías superiores que se benefician de la lógica del desarrollo.
14.  La Integracionistas. Hasta el momento la noción de civilización y cultura son un binomio que resume la conceptualización del desarrollo. Es hasta después de la segunda Guerra Mundial que se torna en una triada impulsada por la connotación económica. El afán de ganar aliados llevó a Estados Unidos a desarrollar planes como la Alianza para el progreso y la Revolución en la libertad. La comunicación servirá en este periodo para la integración del Primer con el Tercer Mundo. Desde la sociología nortamericana se definió el desarrollo como un proceso de difusión de la innovación. Así “se hacían evolucionar las actitudes de las poblaciones que vivían en situación de subdesarrollo” (Mattelart, 1998: 62). La comunicación se involucra a la dinámica alfabetizadora, industrializadora y de urbanización. Ahora como vía de desarrollo se capitaliza el crecimiento mediático. Consumo,  aspiraciones y modelos de comportamiento son representaciones simbólicas de la migración a un estadio superior en la sociedad.
15.  La insurrecta. Desde la denominación de Tercer Mundo por parte del antropólogo Georges Balandier y Alfred Sauvy, los medios, particularmente la radio dan un giro radical al operar como canal para los movimientos liberacionistas, de ruptura y separación. África, Asia y América Latina tendrán un vasto número de frecuencias rebeldes, guerrilleras y combatientes. Tal es el caso de La Voix des ArabesLa voix de l’Algérie Combattante, La radio Rebelde de los guerrilleros castristas, las radios indigenistas y campesinas en América Latina. La comunicación confrontará a las culturas. Los medios como fuente de denuncia y deslegitimación (para ganar una nueva legitimidad) buscan la ingobernabilidad para promover la gobernabilidad desde la democracia. Organizaciones No Gubernamentales operarán como “constructores” de gobierno. Sus vías para generar opinión pública son las de la promoción del pacifismo de palabra.
16.  La monopólica y transnacional. Ante la caída paulatina del monopolio estatal y la industrialización trasnacional el mundo se reubica. Europa se reorganiza y unifica como Comunidad. Así las compañías cobran un nuevo poder; su integración canibaliza los mercados. Mientras ciertos países nacionalizan sus sectores energéticos y de servicios, en otros las empresas multinacionales arraigan su gestión en modo desterritorializado. Así operan desde los sectores farmacéuticos, automotrices, agroalimentarios, pero también las agencias publicitarias y las empresas mediáticas. El concepto de estrategia se extiende tanto como el de filial. La comunicación se centraliza y opera geocéntricamente. La tensión entre lo local, lo nacional y lo trasnacional sienta los precedentes para un darwinismo económico-mediático.
17.  El Nuevo Orden de la información y la comunicación. Por un lado la americanización del planeta; por otro la unificación Europea y finalmente los contestatarios miembros del tercer mundo conviven en un estira y afloja de valores, tecnologías y modelos culturales. La comercialización y mercantilización social es producto de la mediación publicitaria y la de la cultura corporativa delmanagement. Las agencias publicitarias y de relaciones públicas serán detonadoras de un Nuevo Orden comunicacional. Las revistas se adscriben a la tendencia y en los años setenta buscan internacionalizar la información. Son los días de TimeNewsweekReader’s Digest y publicaciones que promueven los estilos de vida de la sociedad de consumo como Cosmopolitan,GlamourPlayboy y Elle. La franquicia informativa será el nuevo modelo de conexión. Ya no sólo se paquetea la publicidad, ahora también se incluyen a la partida, las costumbres y formas de vida. Es en esos años, pleno de desequilibrios internacionales, que se celebra la Cuarta Reunión Cumbre de los Países No Alineados (Argel, 1973) cobijada por la UNESCO que se revisa este sistema internacional de intercambio comercial e informativo y se critica el nuevo imperialismo cultural, la dependencia cultural y los efectos de la dominación comunicacional. Esta relación de comunicación en sentido único y unilateral será puesta en evidencia y se propone un Nuevo Orden libre de manipulaciones, más objetivo y acorde con la realidad de todo país. La desigualdad informativa fue la razón de la petición por conformar una comisión de estudio que analizara la imparcialidad manifiesta. Esos son los orígenes del informe publicado en 1980 bajo el título del compilador del informe, el irlandés Sean MacBride. Entre los puntos señalados están los relacionados con un mayor equilibrio en el flujo informativo desde las agencias, televisoras y demás industrias culturales; se exigió una mayor emancipación cultural, una relación más equitativa entre el Norte y el Sur, una crítica a los sistemas verticales de comunicación, una mayor apertura a la comunicación que apoye la democracia, la participación y el desarrollo. De ahí deriva el impulso de los medios locales, las agencias regionales, y los servicios informativos estatales. La comunicación con ello se ha politizado. El desafío entre lo global y las operaciones sectoriales llevan a la organización de los intereses corporativos y nacen con ello las asociaciones profesionales; tal es el caso de laInternational Advertising Association, la Sociedad Interamericana de Prensa y Organizaciones No Gubernamentales como respuesta y choque a los intereses de orden internacional.
18.  La culturalista. La democratización de los bienes culturales será un punto obligado de reflexión a finales de la década de los setenta, consecuencia de la intervención multinacional de las industrias culturales. El mercado es quien dicta las políticas culturales y particularmente el flujo de la riqueza será el eje sobre el cual se mueven las firmas multinacionales en el Tercer Mundo. Esta discusión sobre los equilibrios y la legitimidad tensa las relaciones entre el Norte y el Sur y el control existente en los medios de comunicación.
19.  La telemática. Las políticas de transferencia tecnológica en materia informática, aeroespacial y armamentista se vuelven política de mercado y cuestión de soberanía. Un nuevo desafío empieza a desprenderse de la explosión de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. La Informatización de la sociedad será el nombre del informe generado por Simon Nora y Alain Min en 1978 en Francia para pugnar por una independencia tecnológica. El mismo informe se da cuenta de la convergencia tecnológica y las amenazas que resultan de los monopolios informativos y el almacenamiento uni-concentrado de bases de datos por parte de Estados Unidos. La memoria histórica de la humanidad concentrada en una sola base de datos será el objeto de la confrontación, negociación y cabildeo. La multiplicación de la comunicación se potencia buscando la soberanía de las naciones.
20.  La global. El mundo adquiere de nuevo su redondez y su condición esférica hace que los mensajes circulen de lo micro a lo macro desde la concepción mcluhiana de la aldea global. La visión retro-tribal se percibe por el mundo visto desde la pequeña pantalla. El mundo será una pequeña plaza comercial, en el que todo se concentra y todo está unido por el sutil tejido de las redes: empresariales, escolares, económicas, políticas. La posmodernidad se apodera del contexto global y la comunicación es la encargada de hacer que los patrones de comportamiento y los valores de los unos hegemónicos se vuelvan casi omnipresentes. En ese contexto post industrial (Bell, 1994) y telematizado resuena el conflicto de las identidades y las hibridaciones resultantes de una mezcla de consumos culturales y mediáticos hiperindividualizados. La estructura en red del nuevo contexto social se hace visible en las jornadas Información y Sociedad celebradas en París en 1979. La comunicación trasciende los contextos culturales. El mundo es uno y a la vez parecen muchos. La monocultura derivada será el gran dilema a resolver.
21.  La planetaria. Se adscribe a una comunicación de conciencia y a causas de orden social que habrán de preocupar al mundo entero, pero particularmente a su mayoría: el Tercer Mundo. Es la comunicación impulsada por las Organizaciones No Gubernamentales que rescatan la defensa de los derechos humanos pero los desvinculan del soporte gubernamental e ideológico. La comunicación como intervención social responde al descontrol de las prácticas políticas, económicas, sindicales, mercadológicas, alimentarias y farmacéuticas. La comunicación se vuelve un acontecimiento, impulsa a la acción, mueve a las instituciones, empodera a la sociedad civil, descentraliza los procesos, apoya el intercambio de conocimiento, orilla a la participación democrática. La comunicación busca dar voz a los mudos y oídos a los olvidados. Serán los años de los medios alternativos, las nuevas causas y los movimientos populares de comunicación. Una globalización desde abajo, desde la sociedad civil se empieza a construir. Una globalización que se organiza en foros y cumbres paralelas y que encuentra en los medios una forma de migrar de su versión 1.0 a la 2.0[15]. Serán las redes digitales la que la llevarán a un estadio de mayor impacto y afiliación reforzado por el híbrido socio-corporativo de la responsabilidad social.
22.  La postnacional. Las fronteras y divisiones nacionales ha quedado atrás en el mundo de la comunicación. Las redes planetarias, los modelos globales geoeconómicos, sociales y políticos están perfectamente integrados y operantes en un ámbito no territorial: el suelo mediático impuesto por The Wall Street Journal TelevisionAsian Business News y Visnews. Una estructura casi orgánica establece una simbiosis entre la información y la producción. La noción de organización y empresa global da una constitución holística a la operación de los sistemas de libre intercambio para maximizar el beneficio y el control de los mercados. Se busca ahora desmasificar a las audiencias por una apuesta de nichos de mercado; los mestizajes culturales y las hibridaciones identitarias producto del hiperconsumo mediático llevaron a la construcción de consumidores leales, enganchados y comprometidos con marcas, productos y servicios en fórmula hipersegmentada. La comunicación es el instrumento del mercado, de la gestión y la estrategia. La comunicación construye lealtades, confianza y capitales simbólicos e intangibles. La comunicación administra el riesgo y controla las crisis. La comunicación es derivación de la inteligencia económica y aliada de la innovación, la investigación y el desarrollo. La comunicación configura una élite laboral que empezará a ocupar espacios directivos al pasar de ser un apéndice en las organizaciones para convertirse en el corazón neurálgico y estratégico de las instituciones del tercer milenio.
23.  La era de las networks. La noción planetaria de mercado es concebible por la presencia de un mercado casi único de imágenes, sonidos y noticias. Esa es la visión operativa de los grupos y cadenas globales. Agencias de noticia, publicidad y relaciones públicas han integrado sus operaciones en lógicas panregionales y mundiales. La lucha por la concentración total, la concreción de adquisiciones y fusiones es paralela a la desregulación de los circuitos comunicativos. Globo, Cisneros, Televisa, Clarín emparejan su carrera a la de CNN, Disney, Time Warner, Vivendi, Sony y Bertelsman. Aquellos son los días de las megafusiones, los tratados de libre comercio y la supresión de las fronteras. La digitalización de contenidos permite la circulación de contenidos por múltiples canales. Los operadores, distribuidores informativos, televisivos, culturales, telefónicos orientan sus esfuerzos a un mismo punto: la convergencia. La conformación de networks es la vía rápida para lograr no sólo la convergencia tecnológica sino también la convergencia cultural y la convergencia de consumidores. El año 2000 inicia con esta lógica de negocio que se concretó años antes con las megafusiones[16]. La hibridación corporativa generó también una hibridación de géneros: Edutainment, infomercials, infotainment, advertorials, advergames. La comunicación es convergente, híbrida, desregulada y digital. La producción cultural se desborda baja la falsa acepción de diversidad y multilateralidad. La misma UNESCO, EN 2001 ADOPTA UNA Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, la Organización Mundial de Comercio inició en 2002 un Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios para liberar los servicios culturales y audiovisuales. Ese afán de reequilibrar los flujos culturales e informativos impacta en su conjunto en la identidad cultural y la conformación de nuevos circuitos que impulsen las nuevas expresiones (Mattelart, 2002).
24.  Las redes digitales. Una vez más la tecnología se percibe como vehículo comunicativo. Las carreteras de antaño son ahora la metáfora base de la súper carretera de la información[17]. Las redes digitales son el enclave sobre el que se reorganiza la industria, la producción, la distribución y la socialización humana. Los monstruos de la industria multimedia ven en la red el paraíso de la desregulación de los servicios de las telecomunicaciones; los ciudadanos por su parte la utopía democrática. La figura del prosumidor[18] compite con la búsqueda de suprimir los monopolios públicos y privados. Sin embargo, es la iniciativa privada el gran motor de la nueva sociedad de la información[19]. El ciudadano como soberano consumidor es el resultado de la inclusión de la libertad de expresión comercial como derecho humano fundamental para garantizar la democracia universal. Las esferas pública, privada y comercial convergen con la esfera cívica y axiológica. La comunicación quiere asegurar un servicio universal. La clave digital se centrará no en la concentración y la industria sino el sujeto y el acceso. El desarrollo se mide en nodos, ancho de banda, participación, usuarios. Las brechas no están en lo económico y lo social sino en las conexiones, los alfabetizados digitales. La red se propone como instrumento del desarrollo y paradógicamente pone en evidencia más desequilibrios sociales. Tal como lo señala Raúl Trejo Delarbre: “El acceso a las TIC se ha convertido en un nuevo escenario para que se reproduzcan atrasos que ya existen en las naciones y zonas con menos patrimonio financiero. A pesar de la disminución en los precios internacionales de los equipos de cómputo, comprar un ordenador y conectarse a la Red ha llegado a ser sustancialmente más caro en los países pobres que en las naciones desarrolladas” (2006: 51).
25.  La era de la participación. La era de los flujos intangibles ha llegado, la hipermodernidad, el hiperconsumo, la vida en los excesos, los hiperconglomerados recorre las redes. Sun Microsoft System, Cisco, Microsoft, Apple se colocan a la cabeza de la carrera hipermediática. Su lógica es la de la integración tecnológica con la integración digital del individuo. Lo que importa no es el acceso es la participación, la co-construcción de significados. El mercado crece en la medida de que los prosumidores generen contenidos relevantes para los mismos consumidores. La economía de la participación es la economía del crowdsourcing[20], los grandes modelos de desarrollo y de negocio ya no vienen directamente de los corporativos sino de los individuos. La red misma brinca a una lógica 2.0 de comunidades abiertas que impulsan el trabajo colaborativo, el libre acceso, el código abierto, el empoderamiento tecnológico de los ciudadanos. Los archipiélagos humanos se unen por la red. Los nuevos puentes informativos los construyen los periodistas ciudadanos de Dan Gillmor y los económicos que registraron Don Tapscott y Anthony Williams en su Wikinomics. El mundo según Thomas Friedman se ha vuelto plano. En ese entorno todos tienen las mismas posibilidades de participación y construcción social. La creación colectiva de sentido es una acción comunicativa de esta era. El territorio, la periferia y la urbe están la lógica impuesta por YouTube, Blogger, Typepad, Wordpress, Slideshare, Livestream, Wikipedia. La motivación es la hiperconexión, la conformación de comunidades, de espacios de autoexpresión. Los nuevos medios apelan a la personalización de contenidos, a la movilidad, a la portabilidad. El cibernauta se vuelve, como apunta Antonio Lucas Marín (2000), miembro funcional de una comunidad y por tanto, adquiere esa cultura, que ahora le será propia. Comunicar es dejar rastro de sí, estableciendo mayor relación sujeto-máquina-sujeto. He aquí la convergencia entre la industria de las telecomunicaciones, la de los ordenadores y la comunicación.
26.  La de los medios sociales. El consumo hipermediático se fundamenta en la apropiación, en el compromiso (engagement), la lealtad y fidelidad de los usuarios con los nuevos medios. Las redes sociales: Facebook, Hi5, Twitter, Linkedin son el corazón de las nuevas prácticas comunicativas y de socialización de contenidos. El contenido ha dejado de ser el rey, lo que importa es compartir; comunicar es socializar; es seguir y ser seguido. Los 400 millones de usuarios de Facebook y los 100 millones de usuarios de Twitter estimados para finales de 2010, son prueba de la existencia de un nuevo continente digital que está en vías de ser colonizado. La apropiación no está en la tecnología, está en la localización de la propia tribu. En encontrar sentidos compartidos. La pobreza informativa no es tan relevante como la pobreza social. La relevancia comunicativa está en los nuevos usos, no tanto en los consumos. Así como lo planteó Castells (1997), la información es la nueva forma de organización social; el nuevo poder está en la generación, procesamiento y transmisión de la información; pero sobretodo en la socialización de la mism. La comunicación se reubica en el sentido comunitario de las bases antropogenéticas de la comunicación: hablar para encontrarse con el otro. Comunicar es comunión.
La comunicación como ruptura social radical más allá de los usuarios y sus alcances, pues como bien acota Wolton: “todo cambio técnico o estructuración de un nuevo mercado, no es una ruptura en una economía generalizada de la comunicación, puesto que una economía de la comunicación a escala individual o social es diferente a una tecnología. Si una tecnología de comunicación juega un papel esencial, es porque simboliza, o cataliza, una ruptura radical que existe simultáneamente en la cultura de esa sociedad”. (2008: 38).
La verdadera revolución de la comunicación es la revolución de las relaciones humanas y sociales. Es la revolución de los modelos culturales que transporta; es el cambio en el proyecto que propone; el modo como reorganiza y replantea los roles y no tanto los públicos a los que llega y los hechos y noticias que comparte.
La revolución de la comunicación está en las necesidades expresivas de los hombres; en la explosión existencial que detona; en los intereses que conjuga; en las riquezas emocionales que refiere. La revolución de la comunicación opera desde las preguntas que detona y las respuestas que intenta ofrecer. La comunicación desde que salió del hombre apeló a modificar el entorno social y así lo logró. Hoy los medios y la comunicación están en el corazón de la sociedad y como afirma Roger Silverstone, está en el corazón de nuestra capacidad para encontrar o no sentido al mundo en que vivimos.
La comunicación en su evolución, expansión, mundialización, uso, consumo y apropiación ha pasado por diversos estadios que la hacen ver como principio unificador, integracionista, revolucionario, diversificador, autoexpresivo…
La sociedad actual está mediatizada. La comunicación y los medios se han universalizado. Comprender sus usos y apropiaciones es la vía para comprender las significaciones sociales. Entender la comunicación es entender al hombre, su evolución y su lugar en el mundo.

Conclusiones
La historia de los medios de comunicación ya no se narra desde una perspectiva global, sino como microhistoria o historia de la vida privada de los productos comunicativos y los agentes culturales mediáticos. Conceptos como descentraje cultural, multiculturalidad, separatismo, transcultural, fragmentación, desborde, desespacialización, nueva evangelización, integración, territorialidad, desterritorialización, identidades desterritorializadas, semiosis social y virtualización se adhieren a la agenda de análisis de los medios e hipermedios en América Latina.
La circunstancias particulares de la reconfiguración del planeta y el mundo de la comunicación hacen que a estos tópicos se incorporen a discusiones teóricas sobre la identidad, la cultura, el espacio geográfico, la pertenencia, los fenómenos del lenguaje, los símbolos de identidad, los discursos revolucionarios y liberacionistas, los géneros populares, los estilos de vida, las ficciones contemporáneas, los desplazamientos paradigmáticos, las prácticas comunicativas informales y los análisis transdisciplinarios de los mediocentrismos.
La comunicación es la historia misma de la cultura y la especie humana. La cultura popular entendida como cultura visual y mediática es la que da sentido a la identidad de las nuevas generaciones como lo señala Roxana Morduchowicz (2008b). La tensión comunicativa es la tensión de las economías y la geopolítica. El universo referencial es el universo mediado.
La comunicación se vislumbra en una fase centrífuga y otra centrípeta. Una implosiva y otra explosiva. La fuerza centrífuga de la comunicación sacó al hombre de sí mismo; la centrípeta busco la unificación y la integración de individuos con gobiernos, empresas y formas ideológicas.
Los 26 momentos de la mundialización de la comunicación, son los momentos de la reapropiación y resemantización de la propia vida. Los medios expandieron la memoria y la existencia. Permitieron nuevos contratos sociales que obligaron a la organización de los estados, las organizaciones y las corporaciones. Los medios masificaron la autoexpresión y la cultura. Los medios hicieron visibles a los invisibles; modificaron los modos rituales, morales y conductuales.
La comunicación orientada hacia el futuro se ubica en los terrenos de nuevos modelos de negocio, nuevos soportes, nuevas interfaces, nuevos referentes culturales, nuevos dominios, nuevos conglomerados. El texto mismo pretende pasar del enfoque mediocéntrico a la revisión antropocéntrica a la comprensión de nuevas formas de sociabilidad.
 Comunicar no es circular información ni cronicar tecnicidades. Comunicar es repensar subjetividades e intersubjetividades. La antropología comunicativa es la ontología de la ecología mediática. La historia del hombre es la evolución de sus interacciones, mediaciones, demarcaciones. Entre la oralidad, la escritura, el sonido, la imagen, la digitalización la identidad del hombre se ha forjado. La comunicación es el “terreno sensorial común” (Martín-Barbero, 2008: 43) en que los hombres se saben hombres; con lo que los hombres se hacen o dejan de ser hombres.

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* Jorge Alberto Hidalgo Toledo. Lic. En Comunicación, Maestro en Humanidades por la Universidad Anáhuac. Titular de la Cátedra Televisa en Innovación en Contenidos y Titular de la Cátedra FISAC-Anáhuac en comunicación para la responsabilidad ante el consumo. Investigador Titular del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada (CICA), de la Escuela de Comunicación de la Universidad Anáhuac. Director de Medios de Global Content. Actualmente es Coordinador de la Licenciatura en Comunicación de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac. Es  Coautor del libro:Comunicación Masiva en Hispanoamérica: Cultura y literatura mediática (2005). jhidalgo@anahuac.mx

[1] Re-Evolución biológica que se inició hace 6 millones de años en los homínidos y que permitió el desarrollo de un sistema de comunicación complejo: el lenguaje hablado que derivó en una imaginación artística y con capacidades refinadas para la innovación tecnológica; asociación icónica para vincular objetos físicos con sonidos; innovación evolutiva, cognitiva y de desarrollo de estructuras sintácticas que terminarían por definir la manera como representó simbólicamente el universo. Esta revolución fue precedida por dos periodos prerrevolucionarios: el análogo (que ocurre con la gesticulación y el fingir) y el lingüístico (que se manifiesta en la invención y estructuración sintáctica del lenguaje icónico y hablado).
[2] Es en el paso del simio parlante al simio significante donde se da el brinco de la evolución física a la revolución del espíritu. Es dicha capacidad de representar simbólicamente al mundo la que permitió evocar, significar, configurar lenguaje (y por ende, ser y distinguirse: dejar de ser cosa y pasar a ser materia trascendente), conocer y entender. Con la configuración del lenguaje se da la posibilidad de interpretar, memorizar, conocer, estructurar, expresar y significar; es decir, dar forma a la realidad humana. En el entrecruce entre las condiciones bio-sociales es que se desarrolla en la especie humana un sistema articulado y complejo que permitió una relación dialógica simbólica una expresión única en el hombre.
[3] A los Australopitécidos se les adjudica la industria denominada “cultura de los guijarros tallados”; el Homo habilis trabaja herramientas u objetos; el Homo sapiens neanderthalensis poseía más imaginación que el Homo erectus para adaptar a sus necesidades los utensilios que fabrica, con él apareció el arte (trozos de bióxido de manganeso y de ocre rojo). Las modificaciones a la cultura y a la tradición, pueden ser iniciadas, controladas o retardadas por la opción consciente y deliberada de sus autores y ejecutores humanos. La invención no es una mutación accidental, sino una nueva síntesis de la experiencia acumulada, de la cual es heredero el inventor únicamente por la tradición
[4] Tanto la evolución como el cambio cultural, son consideradas apropiaciones del medio ambiente, lo que significa el conglomerado de situaciones, cambios climáticos, características fisiográficas, provisión de alimentos, tradiciones, costumbres, leyes sociales, la posición económica y las creencias religiosas trabajando para un mismo fin. Esta adaptación simbólica propia del ser humano fue la que obligó al desarrollo de un sistema nervioso y un cerebro que fue más allá del simple vivir y multiplicarse. Un hacha dejó de ser un simple utensilio superior, una tecnología común para suponer una estructura económica y social compleja; un símbolo de comunidades y familias autosuficientes y organizadas. Fue la experiencia colectiva, la adición y modificación en función de utilidad y su transmisión de generación en generación (tradición) lo que aceleró los procesos de evolución orgánica y el progreso humano. Una apropiación similar ocurre hoy con los medios e hipermedios, lo que sin duda conllevará a un cambio cultural y mediático; a la configuración de una ecología mediática amplificada, nuevas leyes, nuevas creencias, nuevos lenguajes. De ahí el interés por tomar como referencia esta transformación antropofísica desde los orígenes del hombre ya que en este estudio se prevé un cambio similar derivado de la interacción mediática.
[5] Los sumerios, que habían tendido rutas comerciales por todas las partes conocidas de Europa, África y Asia, se apoyaron en la escritura como forma de representación de sonidos, objetos e ideas para cerrar tratos, preparar manifiestos, llevar registros. La escritura tuvo desde su origen una naturaleza dual, la comercial y posteriormente de poder (al limitarse a un grupo selecto y a una elite intelectual); sin embargo, trajo cambios tales como la homogeneización de significados (ampliando la definición de comunidad más allá de lo comarcal); la transmisión del conocimiento (más allá del tiempo y la distancia); el fomento de un debate abierto (y democrático); ampliando la memoria (el registro histórico y la duplicación de la información que se deseaba transmitir).
[6]Entiéndase como la capacidad de comprender y usar símbolos escritos de manera eficaz y efectiva; comprender las reglas y estructuras sociales y culturales que representa cada texto; y multiplicar la información con afán de transmitir y extender el conocimiento, valores y culturas.
[7] Aunque se podrían plantear como antecedentes el descubrimiento de América y la búsqueda de nuevas rutas comerciales que tuvieron dos aliados fundamentales para el proceso de mundialización: la instauración de una fe única y la cohesión transcontinental lograda por la implantación del castellano como lengua del imperio.
[8] Adam Smith (1723-1790) presenta al comerciante como ciudadano del mundo y a los mercados cosmopolitas que eliminan las barreras entre las naciones. La libre economía como una garantía de relaciones armónicas entre los pueblos.
[9] El mundo se ajusta a la máxima de Stuart Mill (1806-1873), “producir es mover” patente en su texto Principles of Political Economy (1848) en el que plantea la abolición de los impuestos sobre el saber, los obstáculos de la prensa libre y el encarecimiento de los anuncios publicitarios y los servicios postales.
[10] En 1840 se firma el tratado entre Prusia y Austria para construir enlaces telegráficos entre Berlín y Viena; le siguen la firma de convenios entre Bélgica, Francia y Prusia para las rutas ferroviarias y postales (1874); la afirmación de un sistema métrico internacional (1875), la reglamentación de rutas marítimas (1879); la protección industrial (1883) y la literaria y artística (1886). (Mattelart, 1998)
[11] Claude Henri de Saint-Simon (1760-1825) apelaba a la  visión utópica de las asociaciones universales de industriales que eliminaran la tutela del mercado por parte del Estado. Establece con esto la concepción en red como la vía de una nueva organización social.
[12] La fragmentación, la división social (religiosa, económica, cultura, estética, política, partidista…) y la multiplicación de los medios reagrupó los intereses; por ello, la necesidad de establecer nuevos métodos de control y de gobierno: el mediático. En ese proceso de unificación y movilización de las conciencias la propaganda instaura su poderío.
[13] Clasificación propia basada en la revisión histórica planteada por Alimen, Steve, (2001), Cassin, Bottéro y Vercoutter (2001), Bengtson (2001), Grimal (2001), Grimberg (1987), Armand Mattelart (1998), Stanley Baran e Hidalgo Toledo, (2005). Dada la amplitud histórica de la evolución mediática pueden darse algunas omisiones derivadas de fenómenos geopolíticos particulares de occidente.
[14] Como afirma Wolton: “No ha sido la imprenta la que, por sí misma, ha cambiado Europa, sino es el vínculo entre la imprenta y el profundo movimiento de reconocimiento ejercido por la Iglesia católica. Es la Reforma la que ha dado el sentido a la revolución de la imprenta, y no la imprenta la que ha permitido la Reforma (2008: 39)
[15] Entiéndase la sociedad civil 1.0 aquella que se manifiesta, opera y se hace visible en ámbitos cotidianos desmediatizados. La sociedad civil 2.0 se entiende aquí como la que se construye por la acción de los ciudadanos a través del empleo de medios de comunicación masiva regionales y locales. La sociedad civil 3.0 es la que se adscribe al entorno global mediante el uso de herramientas tecnológicas, particularmente internet, redes sociales, blogs y demás nuevos medios. Es gracias a estos que logran extender su campo de acción encontrando repercusión global en sus acciones
[16] Disney y ABC, Time-Warner-Tuner, AOL-Time Warner. En su mayoría posibles a partir de 1998 y el apoyo de la Organización mundial del Comercio.
[17] Nombre tomado del proyecto presentado por el vicepresidente norteamericano Al Gore en febrero de 1993 y reforzado por el proyecto europeo de autopistas de la información dirigido por el presidente de la Unión Europea Jacques Delors y contenido en el famoso Libro Blanco.
[18] Expresada por primera vez por McLuhan y desarrollada por Alvin Toffler en La Tercera Ola; se refiere a la condición de “Productor-Consumidor” de un mismo individuo que es en sí mismo el cricuito completo de la comunicación: Emisor-canal-medio-receptor-retroalimentación.
[19] En mayo de 1994, Martin Bangemann, representando al sector empresarial, presentó el informe Europa y la sociedad global de la información y en febrero de 1995 el grupo de los G-7 reunido en Bruselas generaron un documento denominadoToward a Global Information Infrastructure: The Promise of a New World Information Order. Los dos documentos apelan a la libre competencia y la eliminación de obstáculos. La competencia global por los mercados digitales se relaciona con la libertad de expresión (comercial).
[20] Concepto acuñado por Jeff Howe que hace referencia a la generación de materia prima, a la fuerza de trabajo de participación masiva y la solución de problemas bajo la fórmula de autogestión ciudadana.

1 comentario:

Daniel- Conferencias para empresarios dijo...

La comunicación es algo muy esencial para los seres humanos, ya que sin ella no podríamos trasmitir una idea o comunicar algo, es esencial trasmitir una buena comunicación para que los receptores entiendan de manera concreta y clara, así cuanto tengamos una idea y se las trasmitamos nos entiendan con total claridad, muchas gracias, buen día.

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