sábado, 11 de septiembre de 2010

QUIJOTES FRONTERIZOS: EL SUPERPROFE VIZCAÍNO


    A la memoria de Rubén Vizcaíno Valencia, al iniciarse hoy en Tijuana las Jornadas Vizcaínas, esta reseña escrita y publicada en 1997 en el semanario tijuanense Bitácora.

   
  
 A las 12 horas del sábado 31 de octubre de 1970, en el salón de sesiones del Palacio de Cantera de La Paz, Hugo Cervantes del Río, gobernador  del Territorio, inauguró la Mesa Redonda " Problemas de Transculturación en la Franja Fronteriza de México y Estados Unidos", auspiciada por el Seminario de Cultura Mexicana, presidido por el escultor Luis Ortiz  Monasterio.
    
 El doctor y escritor, Francisco Javier Carballo, de la corresponsalía de La Paz, fue el encargado de dar la bienvenida "al País de las Perlas", a  cincuenta participantes procedentes de toda la república: "Han llegado
 ustedes a una región de México y a una ciudad donde no siempre ha sido fácil vivir y en donde la conquista grosera, vulgar, corriente, no ha sido posible," dijo Carballo.
    
     Ese mismo día se iniciaron los trabajos y por la noche los cruzados acudieron a una velada literario-musical a la residencia de Francisco  Arámburo Salas, autor del reciente best seller "La Europa que yo vi", y
 miembro de una de las familias patricias del puerto.
  
  La maestra paceña ,Jesús Leonor Isáis de Castro, mejor conocida como  la Quichu, ejecutó al piano un repertorio a la altura del momento: Preludio y Fuga N. 5 en Re, de Bach; Sonata N. 8 en Do menor
Opus 13 (I.Allegro di molto con brio II. Adagio cantabile III. Rondó:  Allegro) y Sonata N. 14, en Do Sostenido, OP. 27 N. 2 (Claro de Luna I. Adagio Sostenido II. Allegretto III. Presto Agitato), de Beethoven; Suite Op. I (Allemande, Gavota, Musete) de Eugenio D`Albert; Estudio Opus 25 N.I. y Polonesa en La bemol, Op.53, de Chopin; y, La Caza, de Paganini-Liszt.
    
 En la sesión domincal, luego de una intervención del doctor León Portilla en la que el destacado historiador habló de "algunos aspectos  positivos" de la región fronteriza, tomó la palabra un fogoso profesor
procedente de Baja California Norte: alto, rubio, corpulento, cabellera ondulada, ojos azules y lengua deshinibida: Rubén Vizcaíno Valencia.
   
    Irrumpió con una frase contundente: "Todo lo que no es naturaleza, es cultura". 
   
    Y la cultura es "todo lo que el hombre hace conscientemente: una realización de valores".


    Vizcaíno la tomó entonces contra la cultura televisiva- "sólo para "cretinos"-, para luego forjar una imagen apocalíptica de la frontera,   y de Tijuana, en particular: Una infeliz, perversa ciudad tapizada de dólares que no conoce la moneda mexicana, celebra sin pudor la fiesta nacional de Estados Unidos del 4 de julio como si fuera propia, y hasta   los chistes de los tijuanenses son traducciones de los chistes gringos.
    
                                        
  "De tal suerte- gritó encendido Vizcaíno-, que estamos ante la disolución  de nuestra concepción del mundo. La zona libre funciona también, desde cierto punto de vista, como Apartheid. A Tijuana acuden enormes multitudes de norteamericanos diariamente y, sobre todo, en los fines de  semana, nuestra ciudad es parásita de los gringos. En las escuelas fronterizas prácticamente no se puede dar clases por el alto porcentaje de estudiantes drogadictos, y gran parte de la nuevas generaciones de tijuanenses son hijos de prostitutas.."

     Al día siguiente, lunes 2 de noviembre de 1970, el rubio ex luchador y  ex agente de ventas, uno de los entusiastas fundadores de la Asociación  de Escritores de la Península de Baja California (1967) y de la revista  Letras de Baja California, retomó la palabra.
    
   Luego de advertir sobre los inminentes peligros de la "transculturación  asiática", que ya había tomado la plaza de Mexicali, sin dejar de tocar de pasadita el "problema ruso" (agudizado en Ensenada), y de solicitar
brigadas de economistas, sociólogos, historiadores, el fogoso Vizcaíno Valencia- bautizado por las nuevas generaciones de tijuanenses coolturosos, como el Superprofe-, emprendió una defensa del patrimonio
cultural de la Baja California, sobre todo de esa "cordillera de misiones" saqueada impunemente por los odiosos gringos; solicitó urgentemente  la presencia de sociólogos, historiadres, filósofos, economistas, antro
pólogos, en Baja California, y lamentó que Tijuana no tuviese una Casa de la Cultura, "a pesar de los esfuerzos del arquitecto Del Moral".

     Tras una intervención del arquitecto Del Moral, explicando por qué no se había podido concretar lo de la Casa de la Cultura de Tijuana, subió a la tribuna el doctor Miguel León Portilla, quien consideró las propues
tas de Vizcaíno "sumamente acertadas, a pesar del tono flamígero".


     En la cremonia de clausura, "hizo uso de la palabra" el maestro josefino  (de San José del Cabo) Jesús Castro Agúndez, autor del clásico sudcaliforniano "Mas allá del Bermejo"(un sabroso anecdotario regional), y cercano  colaborador de Hugo Cervantes del Río, a esas alturas de su gobierno ya bautizado por la picaresca de Todos Santos como "El pico de Oro", en  alusión a sus habilidades oratorias.

    
     "La Paz y otras muchas poblaciones del territorio -dijo don Chucho-, fueron testigos, hace tres años, de los actos a que dio lugar la celebración del Primer Congreso de Escritores de la Península de Baja California, permitiéndonos este evento admirar a un valiosísimo  grupo de hombres y mujeres que, en la amada entidad californiana que se ha  convertido en Estado, luchan con denuedo y gallardía por mantener a
 salvo los más altos valores de nuestra cultura en la zona fronteriza con los Estados Unidos de Norteamérica, donde los efectos negativos de la  Transculturación (así, con mayúsculas) son patentes y en ocasiones
adquieren caracteres verdaderamente trágicos.

     "Entre ésos, a quien yo llamaría lo quijotes fronterizos de la cultura, están presentes Rubén Vizcaíno Valencia, Miguel de Anda Jacobsen,  Jesús López Gastélum, Adalberto Walther Meade, David Piñera Ramírez, Rafael Hernández Sandoval y Fernando Medina Robles, y también lo estaría, si aún viviera,el más tesonero investigador de nuestra historia, el llorado maestro Pablo L. Mart¡nez."

    
     EL SUPERPROFE VS LOS BEACH BOYS

     
    27 años después de aquella Primera Mesa Redonda Contra la Transculturación, donde El Superprofe Vizcaíno fue armado caballero y elevado al  pedestal de "Quijote Fronterizo" por el maestro cabeño Jesús Castro Ag£ndez, Tijuana y el mundo han cambiado radicalmente.
   
    El campamento fronterizo fundado alrededor de la Barra Más Grande del  Mundo(La Ballena), destinada a saciar la sed de los gringos fugitivos de la Ley Seca, se ha transformado en una caótica ciudad de aproximadamente dos millones de habitantes, estrechamente vinculada al área metropolitana del sur
 de California, una de las más ricas del mundo.
   
    Los niños "píldoras" del los setenta son ahora niños cristaleros, criaturas del crack, del "caballo", la "chiva",  del "ácido", o bien juniors asesinos;  y el narcopoder o la narcopolítica, ha convertido la ciudad en un matadero  que tiene su máximo monumento en Lomas Taurinas.
  
 Si antes, los "malos" eran siempre gringos, ahora son también mexicanos (algunos tan priístas como el propio Superprofe) y se apellidan, por  ejemplo, Arellano Félix, nativos de Sinaloa, personajes de corrido.
    
    
     Si en los años sesenta y setenta, Tijuana era reconocida como una   ciudad de buen gusto musical, con sensibilidad bluesera y rockera, a  finales de los 90 la narcocultura ha traído, junto al escándalo de
las balaceras, el infernal estallido de la tambora, la melopea grupera de la  "Banda del Recoco", en los auto estéreos de vehículos conducidos por  pilotos de manos enjoyadas, a veces con un aparatito que acercan con   ternura a su mejilla, y no se sabe si se trata de un celular o de un  micro cuerno de chivo; tripulantes de pechos peludos y enmedallados y sombreros para un sol que seguramente no es el que alumbra a un cabrón
cualquiera.
    
     Pero Tijuana no se agota en estas escenas emblemáticas de la trágica,  chabacana y arrabalera "Tierra de Nadie".
    
     Frente al fenómeno de la destrucción y los hechizos del dinero fácil, el espectáculo de la creatividad colectiva. La denostada y generosa urbe ha logrado también un desarrollo cultural quizás jamás soñado por aquellos  Quijotes Fronterizos que en La Paz 70 pedían una humilde casita de la cultura y un urgente reforzamiento educativo para combatir la peste transculturizadora.
    
     La Tijuana Cultural: creativa, imaginativa, laboriosa, no solamente conquistó la cima de una colina con un nombre de fuerte carga simbólica: Cumbres de Altamira, sede de la Casa de la Cultura, sino también logró la fundación del monumental Centro Cultural Tijuana, único en su género en el noroeste de México, entre otras instituciones comprometidas con la  preservación de "nuestro patrimonio espiritual".
   
     Casi tres décadas después de aquella cruzada contra la "Transculturación",  cuando ya las calamidades "modernistas" nos enseñaron, a sangre y fuego, que nuestro principal enemigo estaba y sigue estando en casa, el Superprofe  Vizcaíno, el siempre contemporáneo Tijuanodonte, puede decir con legítimo
 orgullo de pionero que, ahora sí, Tijuana, sin ser Chiapas, puede decir que los poetas también se dan hasta en sus mejores familias.
   
     Pero sin perder de vista al "anti poético" enemigo, sin desmayar en su lucha por la dignificación de la ciudad de sus amores y desamores, de sus acciones y pasiones; sin escatimar verbo ni gesticulación ni cojones para gritar y   exigir respeto -viniere de donde viniere el agravio- a los valores de la  "Californidad," tradición fundada por Salvatierra el 25 de octubre de 1796  al arribar a Loreto-Conchó, primera misión y primera capital de las Californias, que por estas fechas celebra su tricentenario.
  
     He ahí el memorable llamado público que no hace mucho Vizcaíno hiciera  nada menos que a los hermanitos Arellano Félix para que, en nombre de la Reina Calafia, se fueran con su terrorífica tambora y su matatena  a otra parte.

     Aunque la DEA y la PGR sospechan que los Arellano no atendieron el clamor  del singular director de Identidad (sumplemento cultural del periódico El Mexicano), en medio del fértil Desierto de Vizcaíno permanece la vibración de un eco: "Californios de todas las californias, uníos".
    
     Y el Superprofe, con un humor a prueba de ironías posmodernas, sigue escuchando, con pícara sonrisa, a los Mercy Children  (tijuanillos nacidos en el hospital Mercy , de San Diego) que le responden en su lengua quebrada:
    
     "Californidad,  la de los Beach Boys".


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