jueves, 9 de septiembre de 2010

SIGUEN LOS TRASPIES PERREDISTAS


Alejandro Alvarez
La edición del sábado pasado de El Sudcaliforniano anuncia “Finalmente no
hubo acuerdo para lanzar una candidatura de unidad, por lo que los
precandidatos del PRD a la gubernatura irán definitivamente a la consulta
ciudadana del 3 de octubre”. Era previsible que el PRD continuara
cosechando tropiezos en el aún largo y sinuoso camino hacia la nominación
de sus candidatos electorales. No puede haber candidatos de unidad porque
simple y llanamente la unidad no existe en ese partido. El ex gobernador
Leonel Cota exhibe sin pudor sus chantajes y mala memoria como parte
medular de su campaña de descenso –durante el siguiente proceso electoral
que enfrente es probable que sea precandidato a jefe de manzana– sin
atisbos de discrepancias políticas o ideológicas, simplemente son los
arañazos de un felino resentido, segregado y débil, sin escrúpulos para
manejar como títeres a los miembros de su cofradía para intentando
negociar al final un pedazo de poder. El retorno de las viejas
excrecencias (los Rodimiros, Guluartes, Porras) a puestos y posiciones
protagónicas del partido en el gobierno no puede sino sembrar justificadas
dudas sobre la solidez de sus alianzas. Al contrario, siembra certezas
sobre sus endebles convicciones y proclividad al oportunismo.
Pero los perredistas no sólo muestran descarnados su fragilidad y
disgregación. En su afán por ocultar su división interna y postergar la
fuga de candidatos hacia otras franquicias, igual o más oportunistas, 
incurren en un desprecio por la democracia y la inteligencia de sus ya
escasos militantes de convicción. La misma nota periodística afirma que “…
no se dará a conocer…en la sesión de Consejo Estatal…el resultado de la
encuesta elaborada por Parametria como se había establecido e informado a
la opinión pública. Es decir, el PRD recula (sin albur) y determina no
exponer ante los consejeros estatales el resultado de la controvertida
encuesta…Asimismo se precisa que los motivos para no lanzar una
candidatura de unidad ni para dar a conocer este día la medición es para
evitar una posible desbandada antes del inicio formal de las campañas
electorales”.
Un partido que hacia afuera exige transparencia, que sistemáticamente
acusa de fraude aquellos procesos donde sale derrotado (que no son pocos,
por cierto) y que se desgarra por el derecho a la información, resulta que
para mantener la unidad cierra por fuera su casa para que no se salga su
familia “en desbandada”. La confianza en sus miembros no es su fuerte por
lo que se ve, si para mantenerles viva su esperanza y su adhesión al
partido deba ocultarles la realidad. Sólo la ausencia de líderes y
candidatos populares de los otros partidos -que esperan como zopilotes la
“desbandada”- puede hacer pensar en la continuidad del gobierno perredista
en los próximos comicios.

APODOS DE LOS POLITICOS
Pienso que en el trato entre adultos el uso de apodos es práctica de
mentes infantiles o de delincuentes. Por una parte la Barbie, el Muletas,
el Mochaorejas, el Chapo, y un sinúmero de sobrenombres de gran
actualidad, y por la otra los tradicionales alias escolares de el Flaco,
el Gordo, el Cuatrolámparas, el Canica, son muestra de ello. Así que el
hecho de que un político emplee su apodo como parte de su campaña y signo
de distinción lo menos que puede provocar es una mirada de suspicacia
¿cómo está eso de llamar a votar por alguien que se autoproclama “el
Pipi”? Nomás falta que al rato se llenen las bardas y los carteles con
llamados como “Vota por el Babas”, “Únete al Caca”, “Con el Popó y el
Flátulo saldremos adelante”. No la amuelen, más respeto a los ciudadanos.

Alejandro Alvarez Arellano
Profesor Investigador
Universidad Autónoma de Baja California Sur
tel (612) 123 88 00 ext. 4284

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