viernes, 14 de mayo de 2010

DOS VISIONES DEL CRIMEN



Carta de viaje

Carlos Tello Díaz

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  • 2010-05-14•Política. MILENIO DIARIO.
Esta semana fue abierto el Museo de la Mafia Leonardo Sciascia, en Salemi, al noroeste de Sicilia. Fue inaugurado por el presidente italiano Giorgio Napolitano. El recinto exhibe proyecciones y documentos que explican el fenómeno de la mafia: su relación con los terratenientes de Sicilia, con la Iglesia, con Mussolini, con los estadunidenses durante la Segunda Guerra, con la Democracia Cristiana. “El objetivo es aportar una contribución a la lucha contra la mafia”, dice su director, Nicolas Ballario. “Nosotros estamos contra la mafia… Quien venga a visitar nuestro museo lo verá, porque nosotros hacemos ver cuán violenta es la mafia, cuánto asco da la mafia” (MILENIO, 12-05-2010).
La mafia nació a mediados del siglo XIX en el occidente de Sicilia, donde tuvo su centro de gravedad en las provincias de Palermo, Corleone y Trapani. En ausencia del Estado, débil en el sur de Italia, los mafiosos impusieron su ley en Sicilia. Sus habitantes tuvieron que recurrir a ellos para buscar justicia y recibir protección, a sabiendas de que muchas veces eran los mafiosos quienes los obligaban a reconocer esa justicia, a buscar esa protección. En parte por eso los vieron siempre con odio, un odio que contrasta con la tolerancia con la que a menudo los vieron los novelistas del tema, incluso los mejores, como el propio Leonardo Sciascia, quien retrató en sus libros el mundo desalmado pero fascinante de la Cosa Nostra. (“Y la mafia… ¿Qué es la mafia de la que hablan todos los periódicos?”, pregunta una muchacha al final de El día de la lechuza, la gran novela de Sciascia. “Sí, ¿qué es la mafia?”, insiste otra persona. “Es muy complicado de explicar”, contesta el héroe de la novela, el Capitán Bellodi. “Es… increíble. Eso”.)
La prensa ha comparado el museo de Sicilia con otro museo: el Museo del Crimen Organizado y la Aplicación de la Ley, que será inaugurado el año que viene, con el apoyo del FBI, en la sede de el ex Tribunal Federal de Las Vegas, donde uno de los atractivos será el muro de la masacre de San Valentín, que marcó el inicio de la prominencia de Al Capone (el muro fue desmontado en Chicago, pieza por pieza, para ser montado de nuevo en Las Vegas). Pero los medios han tendido a olvidar otro museo: el Mob Museum…
Supe de él por un artículo publicado en el Corriere della Sera. En 1946, con dinero del mafioso Meyer Lansky, otro mafioso, Bugsy Siegel, construyó el primer hotel-casino del desierto de Nevada: el Hotel Flamingo. Fue el acto de fundación de Sin City. Además de Siegel y Lansky, otros mafiosos protagonizaron con los años episodios muy diversos en la historia de Las Vegas, entre ellos Tony Spilotro y Sam Giancana, el boss de Chicago que compartía a su amante, la bella Judith Campbell Exner, con el presidente Kennedy. Esta es la realidad que celebra el Mob Museum, que abrirá a finales del año —la restauración costó 165 millones de dólares— en una de las casas de juego más famosas de la ciudad: Tropicana. La madrina de la operación es la mismísima hija casi octogenaria de Sam Giancana. El museo hará un homenaje al papel de la mafia en la construcción y el éxito de Las Vegas, dice Oscar Goodman, alcalde de la ciudad, pero también ex abogado que en 1986 defendió a Tony Spilotro. “La historia del crimen organizado y la de Las Vegas no pueden separarse”, afirma Goodman. “Es mucho más que un cuento de policías y ladrones” (Corriere della Sera, 27-04-2010).
Ambos museos proyectan dos visiones distintas del crimen: uno lo documenta (Salemi) y el otro lo exalta (Las Vegas). Apuesto a que será más popular el de Las Vegas. Y apuesto a que será esa la visión que predominará también del crimen en México.
ctello@milenio.com

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