martes, 18 de mayo de 2010

MÉRIDA COMO ENSAYO DEL 4 DE JULIO


18 Mayo 2010

JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ. EXCÉLSIOR, MÉXICO D.F.

La elección de Mérida funcionó como una suerte de ensayo de lo que sucederá el próximo 4 de julio. El PRI en los hechos ha recuperado esa posición histórica del PAN desde hace 20 años, y lo ha hecho con la combinación que ya está utilizando en todos los estados donde habrá elecciones: una buena candidatura que no provoque conflictos con el Gobernador en turno; apoyo del Gobierno estatal; una gran capacidad de operación y movilización, todo frente a un panismo con dudas sobre sus candidaturas (¿era la senadora Beatriz Zavala la mejor opción para Mérida?), una estructura operativa que, aún en plazas tan panistas como Mérida, deja mucho que desear y que, como está en busca de su identidad, no sabe si apoyarse o no en el Gobierno federal, olvidando que, en los hechos, muchas de estas elecciones no son estrictamente locales sino una forma de referéndum de los gobiernos estatales pero también del federal.
Será muy difícil que los resultados del 4 de julio difieran mucho de los que tuvimos en Yucatán en general y en Mérida en particular. Las próximas elecciones estatales se basarán, por sobre todas las cosas, en la capacidad de operación y movilización local, por encima del carisma o no de ciertos candidatos. Y en ese sentido, el panismo está en una doble desventaja: su capacidad de operación es menor que la del PRI, pero también los gobernadores panistas no trabajan para apoyar las campañas y obtener esos triunfos. Y no sólo en sus estados.
En el PRI, Enrique Peña Nieto (o si usted prefiere el priísmo mexiquense) está operando en varios de los estados en los que habrá elecciones. El propio Peña Nieto ha recorrido esos estados (como lo está haciendo Marcelo Ebrard entre los candidatos perredistas o de alianza con posibilidades) como una forma de afianzar esas candidaturas y al mismo tiempo la suya propia. Otros gobernadores con peso e influencia como Rodrigo Medina, de Nuevo León, también están operando en varios estados, y no hablemos de los que tienen elecciones propias, como Fidel Herrera en Veracruz, Ulises Ruiz en Oaxaca o Jesús Aguilar en Sinaloa. Lo mismo hacen legisladores como Manlio Fabio Beltrones. ¿Usted vio o sabe de algún Gobernador panista que esté apoyando a los suyos? Bueno, se sabe que Luis Reynoso Femat, en Aguascalientes, está apoyando al PRI, en contra del panista Martín Orozco, en uno de los pocos estados que podría ganar el blanquiazul.
Ello se agudiza porque el hecho de que no haya precandidaturas claras en el PAN tampoco le da esa trascendencia a las visitas que pudieran hacer legisladores o funcionarios federales a las entidades en disputa.
No es un buen escenario para el PAN en julio, más aún porque el PRD en los estados en los que habrá alianzas tampoco le podrá aportar demasiado. De todos los estados en los que habrá elecciones sólo se percibe una disputa seria en Oaxaca, quizás en Sinaloa, menos en Veracruz. Aguascalientes tendría que ser para el PAN pero las propias peleas internas están dejándole el terreno abierto al PRI, mientras que quizás Tlaxcala también lo podría conservar el panismo, allí como consecuencia de los conflictos añejos del PRI. Pero si esos estados se perciben como muy difíciles para el PAN o las respectivas alianzas, en los demás no parece que tengan posibilidades.
Desde hace mucho tiempo el panismo está en una crisis interna que no logra resolver por sus conflictos de identidad y relación con el Gobierno y por la incapacidad de sus dirigencias de establecer una capacidad operativa real en todo el País, a pesar de que lleva una década en el Gobierno federal. Y una deficiencia retroalimenta la otra. El próximo fin de semana renovará su consejo nacional y ya debería ser hora de que estableciera con claridad qué quiere y hacia dónde quiere llevar a su partido.
Hoy el escenario panista no sólo para el 4 de julio sino para el 2012, se percibe demasiado complejo y sin definiciones claras: tan es así que hoy hay tantos posibles precandidatos del PAN para las elecciones presidenciales que, en los hechos, no hay ninguno. Y se debería recordar que no estamos en los tiempos de los tapados donde el Presidente en turno garantizaba no sólo la designación del aspirante sino también su triunfo. Hoy no se puede hacer ni una cosa ni la otra. Si no comienza ya una renovación real y profunda, el camino que deberá recorrer el PAN en el futuro inmediato no sólo será largo sino demasiado doloroso para un partido con tanta historia.

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