domingo, 2 de mayo de 2010

POÉTICA DE LA SUBVERSIÓN...



 
2010-05-01•De portada.LABERINTO. SUPLEMENTO LITERARIO DE MILENIO DIARIO


La verdadera ruptura es traición, pero también irrupción, subversión, modo inverso de ordenar o desordenar el mundo poético reafirmando la tradición o negándola. Romper un molde para instaurar otro es seguir un impulso que no termina ni empieza con el desgarramiento de las vestiduras, ni con la restauración de las heridas, sino con la institución de un nuevo lenguaje y la confección de un vestuario a la medida de un mundo que todavía no existe.

La de Gelman es entonces una poética de la subversión, tanto de los sentidos como de los códigos del lenguaje, de reflexión sobre el entorno, búsqueda de lo tangible para asir lo intangible, frontera entre la angustia y el dolor, entre la rebelión y el caos, entre el discurso individual y el apropiamiento del “yo” que es “otros”, hasta darle condición de “cosa que se mueve”.

A primera vista Gelman parece un hombre entre triste, taciturno y melancólico. Aunque quizá ninguno de los adjetivos sea de su medida. De lo que sí estoy seguro es de que nos ha regalado a los lectores de habla hispana una poesía profundamente humana, alejada de la retórica y la simple vanidad.

El mapa temático de Gelman bien podría inscribirse en las siguientes coordenadas:

Los territorios del lenguaje: la poesía, el poema, la palabra, la belleza, la escritura, el poeta, el arte, la descontextualización del lenguaje.

La fronteras de la violencia: los compañeros caídos o desaparecidos, la persecución política, los disfraces de la muerte, el exilio, la patria.

El amor y el afecto: la mujer, Eros, la familia, los amigos.

El desdoblamiento de la memoria: la infancia, el país, el barrio, el paso del tiempo.

El yo es otro y viceversa: textos firmados por sus cómplices, llámense Sidney West, Julio Grecco, José Galván, Dom Pero, Yamanokuchi Ando, John Wendell, Yehuda Al —Emanuel Roma, Abraham Abulafia, Samuel Hanagid, Joseph Tsarfati, Abu Nuwas o Isaac Luria.

Sin duda hay más coordenadas. Después de todo, su árbol de poemas está integrada por más de 30 títulos.

Palabras como miedo, hijar, desufrir, crepúsculo, la mañana, desmorir, aternurar, alar, despadrar, desquerer, malsangrar, deshijar, arbolar, perrar, descaminar y des-niñar se convierten en verbos. Decir padrearte, descriaturás, desabuenándose, juaneo, gelmaneo, hombren, ajuntaditos, lloranto, lunás, corazonar, hablar niñando; construir versos como “¿desalmándote llego a tu almitar?”, “¿...hijo mío/ volás por estos dueles?”, “desasirme de mí para ya asirte”, “se dolerían para desoler”, “¿contra la perradura de vivir?”, “¿incansable de puro desufrir?”, “amor que pisan/ compañeros pisados”, los cortes, la trazadura de cada verso como una pregunta que no espera respuesta.

Amor que callado vienes

Es en el amor y en la mujer donde la poesía de Gelman devela el verdadero misterio de la palabra. La mujer es el todo, no el ideal ni la quimera, no la musa ni el objeto para la sensiblería amatoria, es el hueso y la carne, la médula y el acompañante de ida y vuelta. Es la penuria y el resquebrajamiento, la ruina y el esplendor, el altísimo vuelo de palomas en la catedral del alma, del amor y al desamoramiento.

Dichos, citas, notas, comentarios, hechos y cartas configuran un mapa que puede recorrerse en varios sentidos: entrega y disparidad, caricia y sueño, conciencia de lo fugaz, la eternidad violentada por el adiós. No importa la forma, sí la belleza, el viento sacudiendo “nuestros amores de papel”. En el discurso amatorio de Gelman la desnudez es un continente por nombrarse y “el emperrado corazón amora”. ¿Puede el hamor cargar la ache y despojar al humor de su mudez? Gelman dice: “este amor es más difícil que cagar en un frasquito”.

Las mujeres de Gelman se parecen a la palabra nunca, son el único país donde la derrota es posible y el corazón hace su casa en una mujer. Para el poeta las mujeres “ellan” mucho.

La poesía de Gelman deslumbra por su expresión siempre fresca, a pesar de la presencia de la muerte, el dolor y nostalgia que producen vivir la lluvia ajena y mezclarse en los huesitos de la patria única.

Margarito Cuéllar

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