martes, 4 de mayo de 2010

Sin liderazgo político no hay desarrollo



Acentos

José Luis Reyna

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  • 2010-05-03•.milenio diario.
Hace unas semanas, Felipe Calderón sostuvo que Brasil es más violento que México. En efecto, si se mide el nivel de violencia tomando en cuenta el número de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, el país amazónico tiene una tasa de 22 asesinatos y México la mitad. Si se mide el éxito económico en términos del ingreso per cápita, los habitantes de México superan a los de Brasil: los primeros ganan 9 mil 600 dólares y los brasileños poco menos de 7 mil.
Con base en estas cifras podría concluirse que México lleva una clara delantera a Brasil. Sin embargo, las cifras a pesar de que develan una realidad, no necesariamente lo dicen todo. Un ejemplo: para este año, el gobierno brasileño prevé que la inversión extranjera directa llegará a 45 mil millones de dólares (El País, 21/II/10). México, de acuerdo con algunos pronósticos, no rebasaría los 13 mil mdd. ¿Qué conclusión desprender?
No es fortuito que Brasil, junto con China e India, encabecen el motor del dinamismo mundial. El crecimiento económico para este año de los tres países será de 9.3 por ciento (E. Quintana, Reforma, 20/IV/10). De alguna manera, los 2 mil 500 millones de habitantes de estos países se verán beneficiados por la pujanza de sus economías. Brasil, además, es considerado el cuarto país en el mundo para hacer inversiones. Con motivo de las Olimpiadas y el Mundial de Futbol, que tendrán lugar en 2014 y 2016 respectivamente, las empresas extranjeras podrían invertir más de 40 mil mdd en autopistas, ferrocarriles y puertos. Por ello, en unos cuantos años la infraestructura brasileña dará un vuelco significativo.
El éxito de Brasil no se explica solamente por el buen manejo de las políticas públicas relacionadas con la economía y el mercado. Encuentra también una explicación por el desempeño político de sus líderes, en particular de 1994 a la fecha. Fernando Cardoso (1994-2002) y Lula da Silva (2002-2010) han remodelado la estructura política y social del país: hay certidumbre y, sobre todo, confianza en el desempeño económico.
Un estudio hecho por la empresa Gallup concluye que Lula tenía un nivel de aceptación, después de siete años de gobierno, de 77 por ciento, en tanto que Calderón alcanzó sólo 54 por ciento, 7 puntos menos que en 2008. Otra fuente (Latinobarómetro 2009) encontró en su análisis que mientras Brasil subió 12 puntos porcentuales respecto del apoyo de su sociedad al régimen democrático (entre 1995-1999 y 2009), México en el mismo periodo descendió de 51 a 42 puntos. De la misma fuente se desprende un dato que debería preocupar a los mexicanos. Cuando los entrevistados se les plantea que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, 55 por ciento de los brasileños contestan positivamente, en contraste con 42 por ciento de los mexicanos. No es fortuito que la revista Time haya designado al presidente de Brasil como el más influyente en el mundo en 2010.
Los datos dicen que Brasil es más violento que México. Sin embargo, puede decirse también que sus instituciones democráticas son más aceptadas por los ciudadanos de ese país sudamericano que el nuestro. Las cifras indican que el ingreso de los mexicanos es superior al de los brasileños. Sin embargo,Latinobarómetro ofrece otro dato que permite entender mejor los resultados: 47 por ciento de los brasileños está satisfecho con la democracia mientras que sólo 28 por ciento de los mexicanos lo está. Si se revisan las respuestas a la pregunta de ¿se gobierna para el bien de todo el pueblo?, en Brasil 42 por ciento de los entrevistados están de acuerdo en tanto que en nuestro país la cifra es justamente la mitad: 21.
Brasil, en efecto, puede ser más violento que México pero el conflicto no ha rebasado sus cauces institucionales. En México sí, y de manera alarmante en los últimos tiempos. La clase política de ese país sudamericano ha inyectado confianza en el futuro, mientras que los políticos mexicanos han introducido un enorme grado de incertidumbre en nuestra sociedad. Allá hay futuro. Aquí desconcierto. El factor que emerge para explicar estas diferencias es el liderazgo: aquí falta, mientras en Brasil si bien no sobra, al menos funciona.
jreyna@colmex.mx

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