sábado, 22 de mayo de 2010

Uso público de la razón individual



Ramón Cota Meza

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  • 2010-05-22•Acentos.MILENIO. MÉXICO DF.
Sin preguntarse si el tema es periodístico, The New York Times inició el domingo 16 una sección con las preguntas: “¿Cómo luce la filosofía hoy, quiénes son los filósofos, cuáles sus preocupaciones y qué papel juegan en el siglo 21?”. El profesor Simon Crichtley, coordinador de la serie, declara: “La libertad del filósofo consiste en moverse libremente de tópico en tópico o simplemente en consumir los años regresando al mismo tópico por perplejidad, fascinación y curiosidad”.
Menos complaciente, Richard Rorty propuso hace años cerrar los departamentos de filosofía universitarios, pues los filósofos sólo escriben para ellos mismos o para el currículum, en jerga inescrutable para el resto, por lo que deberían integrarse a otras disciplinas o escribir para el público sobre asuntos de interés general.
Michel Foucault dijo: “Me parece que hoy la filosofía ya no existe, no porque haya desaparecido, sino porque se ha diseminado en una gran cantidad de actividades diferentes”. Los problemas filosóficos tradicionales han sido absorbidos y redefinidos por otras disciplinas. “La filosofía se multiplica y se instala en los pensamientos de diferentes campos. Es el nombre que designa actos múltiples de pensamiento.” (Guillaume le Blanc).
No obstante, permanece la actitud filosófica, el filosofar, no sobre el ser, la cosa en sí o la inmortalidad del alma, sino sobre los eventos que el mundo nos depara como actualidad vivida. El ethos filosófico encara los acontecimientos a partir de su insatisfacción con las explicaciones de los poderes y sus comparsas funcionales, los expertos y los publicistas. La actitud filosófica moderna es el ejercicio público de la razón individual, libre de toda tutela. Por eso el filósofo es desafiante y peligroso por definición.
El primero en plantear este problema en la época moderna es Kant, más conocido por sus especulaciones sobre “la cosa en sí”. Pero también se ocupó de los problemas palpitantes en su propio tiempo, de la responsabilidad del hombre común y de la actitud intelectual ante las noticias publicadas en los periódicos, el ahora, en cuyo interior se encontraba:
“La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia, sino de su decisión y valor para servirse de ella por sí mismo sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Atrévete a saber! He aquí el lema de la Ilustración.” (¿Qué es la Ilustración?, publicado en un periódico alemán en 1784).
Filósofos modernos tan disímbolos como Foucault y Habermas consideran este texto como el fundador de la modernidad intelectual, aquella que se aparta de los problemas filosóficos eternos y encara críticamente los eventos de su propio tiempo. El filósofo se convierte en escritor público y en activista de sus propias causas.
Ahora bien, los eventos no se le presentan en forma pura, sino envueltos en estrategias y discursos de poder. El filósofo los aborda a partir del malestar que esas estrategias y discursos le provocan, explorando las lagunas y las fracturas que exhiben. No es una lucha maniquea de la verdad contra el poder, de la pureza contra la corrupción; es la lucha por erigir un contradiscurso en la conciencia pública, un problema moral en la medida en que exige valor para conocer y desafiar, y honestidad para obedecer los dictados de su razón propia.
La exigua minoría que ha opuesto resistencia intelectual fundada al discurso de la globalización financiera y comercial representa un caso contemporáneo del uso público de la razón individual en el sentido propuesto por Kant. Ha opuesto resistencia a una muchedumbre de políticos, expertos y publicistas vanos e interesados en obtener la consideración de los poderes políticos, económicos y mediáticos. Ese discurso globalizante ahora está en ruinas.
A propósito… Bombardeado por los conservadores, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, declara: “Tenemos que manejar expectativas; no hay posibilidad de eliminar las crisis financieras, incluso las severas, pero esto no significa que no haya margen para reducir los riesgos y los efectos…” (NYT, 16/05/10). Hmmm… ¿Dónde hemos escuchado esto?
blascota@prodigy.net.mx

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